Ahora que en rap parece importar más el trap, el bling bling y otros asuntos, da gusto ver cómo perseveran raperos de los de siempre, madurando sus propuestas, afilando sus lenguas y matizando su mensaje. Y más si son de Málaga. Como Iván Díaz, o sea, El Niño Snake, que este viernes presenta su más reciente disco, 03:33, que le confirma en una posición de privilegio en el trono del hip hop para los que de verdad les gusta el hip hop. Y ojo a la fiesta oscura que prepara para la velada: le acompañarán Capaz, Foyone y Karvoh.

Apenas se sabe nada de este joven de 30 años que serpentea por la escena del rap a su bola, siguiendo sus impulsos, ajeno totalmente a las modas. Lo suyo es una música poco accesible, que exige al oyente, de bases oscuras (muy horrorcore, muy Muggs) y con unas letras, digamos, poco soleadas: «Me gustaría ser un poco más alegre, pero creo que voy a seguir haciendo la poesía oscura que hago desde hace mucho tiempo, porque es lo que me sale. Aunque tambien hay temas mas guays. La verdad no me veo en un tema riéndome y bailando (risas)», comentó El Niño Snake a FlowFreaks en una de las escasas entrevistas que ha concedido.

Mucho ha rapeado desde que se diera a conocer en 2003 con colaboraciones con Keyo y Jefe de la M. En 2004 sacó su primer maxi, ¿Puedo jugar?, producido por Jefe de la M y Big Hozone. Desde entonces empezó a acompañar a Triple XXX en sus directos. En 2005 sacó junto con su grupo Tríada otro maxi, producido por Jefe de la M y Big Hozone. No fue hasta 2007 cuando editó su primer LP En Blanco y Negro, con colaboraciones de Tote King, Shotta, Jefe de la M, Ijah y Jokerfeller. En mayo de 2010 sacó un disco en descarga gratuita, Punky Rap. Y en ésas sigue Iván, en la autogestión absoluta, sin intentar convencer a nadie de que es el mejor.

Hace unos meses lanzó 03:33, trece temas fiel a su estilo pero apuntando más alto, mejor y más duro; sólo hace falta escuchar rodajas como Peritonitis u Ojos sucios para darse cuenta de que El Niño Snake no se duerme en los laureles y tiene muy claras las cosas. «La música me ayuda a ser yo y a la vez me envejece, me quema», declaró al citado medio de rap, una frase que resume a la perfección la música y las letras, la forma y el fondo de la música del malagueño: el hip hop como modus vivendi pero también como arte exigente y que pide peaje, creación por la que se sufre y se abandonan bastantes cosas en el camino.