Despojada de cualquier elemento que recuerde al flamenco, Eva Yerbabuena se subirá al escenario del Teatro Cervantes este viernes para mostrarse completamente libre. Lo hará en su nuevo espectáculo, Apariencias, en compañía de cuatro hombres y una sola mujer porque, según explica la artista, el «flamenco es machista».

Se trata de una amalgama de inspiración impresionista, fruto de una profunda reflexión donde nada es lo que parece ser. Influenciada por la raíz más ortodoxa, clásica y pura del flamenco, se inicia un viaje desde lo complejo y distanciado hasta lo simple y pasional, un viaje en el que, a través de la danza, la música, la voz, la palabra o la luz todo se despoja de su piel. Apariencias sigue fiel al rumbo de la carrera de la granadina, marcado por la necesidad de no quedarse parada: «Yo soy una persona muy inquieta, no me conformo fácilmente, es decir, soy una buscadora. Necesito buscar el porqué de las cosas y, de hecho, la sinopsis de este espectáculo son todo preguntas. Yo creo que cuando nacemos lo hacemos siendo nosotros mismos y que son los padres los que, de alguna forma, empiezan a ponernos cosas. Esto es algo que siempre me ha llamado la atención y lo llevo a mi mundo, que es el flamenco. Por eso aparezco completamente calva, no quiero nada de lunares ni de volantes. No quiero nada que aparentemente sea flamenco», nos comentó hace unos meses en una entrevista.

«Hay dos frases dentro del espectáculo que definen muy bien lo qué es Apariencias que son: Saltar hacia las nubes no es volar y Unirse a las raíces no es enterrarse, de Horacio García. La esencia es inamovible y permanente, todo lo contrario de la apariencia», reflexiona La Yerbabuena.

En sus casi 20 años de carrera, la compañía de Eva Yerbabuena ha gestado 14 espectáculos, teniendo como compañero fundamental en esta andadura al compositor y guitarrista Paco Jarana, encargado de la dirección musical de todas sus producciones y responsable de crear un universo sonoro que ha crecido parejo a la danza de la Yerbabuena.

Su trayectoria, en la que ha recorrido otras disciplinas artísticas, como el cine o la fotografía, se ha visto reconocida, entre otros, con el Premio Nacional de Danza en 2001, el Time Out como Mejor Intérprete Femenina de Danza y varios premios Max de las artes escénicas a diferentes producciones.

El interés de Eva María Garrido por el baile flamenco surge en el momento que se da cuenta de que el flamenco «son dos alas que me permiten volar en todos los sentidos, sobre todo en un plano interior y no sólo artístico, que me permite liberarme de la timidez y ser lo más yo posible», recuerda. Para ella, el baile flamenco constituye «una forma de expresión, un medio de lenguaje, una forma de conocerse y una manera de mantener viva la historia». Por eso, asegura que cuando se sube al escenario quiere transmitir «ser, verdad, valor y una parte de mí y de la cotidianidad que respiro», al tiempo que afirma ser consciente de lo importante que son «las pequeñas cosas que no valoramos y que son las que nos mantienen humanamente vivos».