Lolita encarna en Prefiero que seamos amigos a Claudia, una mujer que ronda los cincuenta y que tras cinco años compartiendo pizzas y confidencias delante del televisor con su amigo Valentín (Luis Mottola), decide romper las reglas básicas de la amistad y confesarle lo que realmente siente por él. Tamzin Townsend dirige esta comedia romántica, que se representará vienres, sábado y domingo en el Teatro Alameda.

¿Cómo es Claudia?

Es una mujer de hoy en día, con cincuenta y pico años, que tiene un amigo íntimo desde hace cinco años y ella decide cambiar las reglas y decirle que está enamorada de él. Y ahí empieza a pasar una serie de cosas que no puedo contar.

¿Qué es lo que más le gusta de ella?

Su temperamento, que es un poco como el mío, su claridad. Y luego, que es muy graciosa y muy buena gente.

¿Ha tenido alguna vez que decir eso de «prefiero que seamos amigos» o lo ha tenido que escuchar?

Bueno, yo creo que a todo el mundo nos lo han dicho y alguna vez que otra vez lo hemos dicho también.

¿Nos hacemos tan cómodos como para no desvelar nuestros sentimientos?

No sé lo que harán los demás, pero yo no espero cinco años como Claudia.

Y ella, ¿por qué tarda tanto?

Creo que no se atreve a decírselo porque no quiere romper la amistad, que es algo seguro. Yo creo que es la inseguridad de los cincuenta. Él es un hombre atractivo, que sabe, porque él se lo cuenta, aventuras con otras mujeres...

Habla de la inseguridad de los 50. ¿Con 30 la cosa cambia?

Las mujeres a partir de una edad creemos que somos invisibles y que ya no vamos a tener más oportunidades. No todas, gracias a Dios. Hay unas que seguimos mirando hacia adelante y que nos miramos en el espejo y nos gustamos, y yo creo que esa es la actitud. Y lo mismo para los hombres. A partir de los 50 también existen el amor, el sexo y la ilusión . Lo que tenemos que hacer las mujeres a partir de los 50 es demostrar que no somos invisibles. Cuidarnos y, sobre todo, querernos.

Aunque ya ha hecho comedia, esta es la primera romántica...

Quitando La plaza del diamante, que era un dramón, he hecho bastante comedia en teatro, aunque es cierto que esta es la primera comedia romántica. La verdad es que hacer reír es más difícil que hacer llorar, siempre lo digo.

¿Por qué?

Porque el llanto está mucho más a flor de piel que la sonrisa y no a todo el mundo le hacen gracia las mismas cosas, cada uno tiene su particular sentido del humor, pero gracias a Dios Luis (Mottola) y yo estamos acertando, y Tamzin Townsend nos ha dirigido también muy bien y ha hecho que crezcamos mucho más en la comedia y ya lleva mucho tiempo rodado, por lo que la gente se lo pasa muy bien.

¿Y qué tiene el teatro que engancha tanto?

El contacto con el público, que es diferente cada día... Yo siempre digo que el teatro me ha encontrado a mí y hemos hecho una buena hermandad.

Para defender una comedia romántica de dos personajes debe haber mucha complicidad entre ambos, ¿no?

Tienes que encontrar a un actor un poco a tu medida, y que haya esa complicidad y química.