Hace años, concretamente desde su obra cumbre, The Blackening (2007), que Machine Head son la gran banda de metal estadounidense con opciones a ese peldaño más de popularidad que que ocupan Metallica, Megadeth y otras luminarias del thrash y derivados. De ahí que su Catharsis, el inminente nuevo álbum que paliará tres años de silencio discográfico, sea el lanzamiento heavy más esperado de la temporada. Y lo presentarán en Málaga; paciencia, que será el miércoles, 4 de abril, en la Sala París 15. Las entradas anticipadas, a 25 euros (más gastos); en taquilla, 28 euros.

«Hemos tenido un descanso muy productivo para poder escribir nuestro nuevo álbum¡. La respuesta del público en nuestro último tour fue increíble así que, una vez más, estas nuevas fechas serán de aproximadamente dos horas y media cada noche y sin teloneros. Nos encantó actuar de este modo, tener tanto tiempo como quisiéramos cada noche fue algo muy liberador. Hacer las cosas bajo tus propias reglas como artista es la mejor sensación del mundo y no haremos festivales», ha declarado el vocalista, guitarrista e ideólogo de la banda Robb Flynn.

El de San Francisco es una de las figuras totémicas del metal contemporáneo: los más veteranos y estudiosos del lugar lo conocieron en los 80, cuando formaba parte de los legendarios y singulares thrashers Vio-Lence; no fue hasta que lanzó su propio proyecto personal, Machine Head, con un sonido más moderno, con más groove y permeable a otras influencias (quizás demasiadas: a muchos de sus fans no les gustaron los toques hip hop y a lo Korn de algunos de sus discos). Lo cierto es que el sublime The Blackening, para muchos el disco que los últimos Metallica deberían haber publicado y no se han atrevido, les aupó a los tops de crítica y público, posición reafirmada por sus continuaciones, Unto the locust (2011) y Blood and diamonds (2014). Discos que han obrado un extraño milagro: el de satisfacer a los connoisseurs de la época dorada del thrash y el speed metal, el de los años del Big Four, con sus alambicadas y técnicas composiciones, pero también atraer a jóvenes consumidores de un tipo de metal un tanto más contemporáneo y melódico. Con Catharsis no han repetido la jugada: quizás porque algunos de sus temas recuerdan a nu metal en que se empeñaron años ha, circa Supercharger (2001). Pero a Flynn y los suyos (que, por cierto, no temen tuitear ferozmente contra los críticos que osen menospreciar su último disco) les da igual.