Siempre quedan rasgos de su categoría y de su clase, que solo por ello justifican su visión, pero es cierto que esta nueva película de Clint Eastwood, que hizo con 87 años, no está al nivel del director que nos ha dado obras maestras del calibre de Sin perdón, Million dollar baby o Mystic River.

Entregado en la última fase de su dilatada carrera a un cine basado en hechos reales, que aglutina títulos como Invictus (2009) J. Edgar (2011), Jerseys Boys (2014), El francotirador (2014) y Sully (2016), insiste aquí en esa misma dirección contando la historia de los tres jóvenes norteamericanos que con su arrojo, valentía y generosidad frustraron el atentado terrorista acaecido a bordo de un tren que se dirigía de Amsterdam a París el 21 de agosto de 2015.

El cineasta sintió que tenía que hacer la película el mismo día que leyó unas galeradas del libro, que aún no se había editado, The 15:17 To Paris: The True Story Of A Terrorist, A Train, And Three American Heroes, escrito por los propios héroes con ayuda del periodista Jeffrey E. Stern.

Eastwood pensó, además, que podía ser interesante que los tres protagonistas fuesen incorporados por ellos mismos, un reto complicado, ya que ninguno de ellos tenía experiencia previa en la pantalla, que añade a las imágenes su mayor originalidad. Ha pagado por ello un precio que, sin ser demasiado alto, resta emoción y dramatismo a los fotogramas. Donde más se dejan sentir las limitaciones de la cinta es en las vueltas atrás, cuando se escarba en el pasado de los tres estadounidenses. El director ha partido de una estructura muy convencional, combinando en la primera mitad fugaces planos del desarrollo del atentado con una mirada retrospectiva a la infancia y juventud de los protagonistas, que crecieron juntos y eran amigos, en un intento de demostrar que eran niños normales que tuvieron algunos ligeros problemas en la escuela y que en ningún caso imaginaron que el destino les tenía reservado algo tan increíble. La segunda mitad, más vigorosa, se ciñe al viaje que el trío efectúa por Europa, con las cámaras presentes en Italia y Francia, y al propio atentado, con la intervención del terrorista que subió al mismo tren en Bruselas con un kalashnikov, nueve cargadores, una pistola automática y un cúter.