Asegura durante casi todo su metraje el entretenimiento, que además apenas alcanza con títulos los 84 minutos, y es una comedia típicamente francesa que tiene motivos para divertir pero también otros que exageran las cosas al límite sin la necesaria inspiración.

Quinto largometraje como director del actor y también guionista Albert Dupontel, del que solo habíamos visto en España Bernie, que fue su ópera prima, nadie duda que es su mayor éxito hasta ahora, con cifras espectaculares de espectadores en el país vecino.

Ahora bien, si nadie discute el mérito de Sandrine Kiberlain para hacerse con el César a la mejor actriz, en una labor espléndida y llena de matices, en cambio el mismo galardón al mejor guión puede parecer excesivo. Sin pasar por alto que tuvo cuatro nominaciones más, incluidas las de mejor actor, director y película.

En cualquier caso esta es una de esas películas que el público celebra porque invita a pasar un buen rato. Lo que le sucede a Ariane Felder es tan increíble como chocante y sería jocoso si no fuera dramático. Juez de profesión, se entrega con tanta intensidad a sus tareas en el juzgado que no solo está llamada a ocupar puestos de alta responsabilidad, sino que no necesita a nadie, ni siquiera a ningún hombre, para llevar una vida que le satisface plenamente.

Ese es su panorama vital hasta que un día descubre con estupor que está embarazada de seis meses. Algo para ella realmente imposible que no asocia a ninguna circunstancia que lo justifique. Hasta que comprobando las fechas, observa que todo sucedió la fiesta de Nochevieja, en la que cometió excesos que no recuerda pero que desembocaron en una verdadera orgía.