Un sólido y magnífico documental sobre la fauna ibérica, concentrada en las zonas de Asturias y Cantabria, que demuestra la más que loable labor efectuada al respecto por el realizador Joaquín Gutiérrez Acha, que dirige su segundo largometraje tras su debut con 'Guadalquivir', centrada en Andalucía, y tras una interesante etapa como director de fotografía con títulos como 'Entrelobos'.

Lo realmente destacado de la labor del cineasta es que aprovecha la enorme evolución que se ha producido en los últimos años en el terreno de la técnica fotográfica, valiéndose de los medios de rodaje más avanzados.

En este sentido hay que destacar la utilización de cámaras de ultra definición, capaces de grabar a 6K, las térmicas e infrarrojas para filmar en la total oscuridad y las de alta velocidad, capaces de trabajar a más de 1.500 fotogramas por segundo, para ralentizar movimientos inapreciables para el ojo humano. Sin dejar de lado, asimismo, el time lapse, helicópteros con cineflex y drones teledirigidos. Contando, además, con la belleza de los escenarios cántabros y asturianos, repletos de cañones y apretados bosques continentales de hayas, robles y castaños, los resultados son de una calidad notable en el terreno estético.

La labor de González Acha, responsable también de la fotografía, ha consistido en recorrer durante las diversas estaciones la actividad de la rica biodiversidad de esta parte de España, reparando sobre todo en el oso pardo, que por algo es el animal más emblemático del lugar, pero sin olvidarse del resto de la fauna que se mueve en zonas que sufren durante parte del año los rigores de un clima frío y de una nieve que pone a prueba su capacidad de resistencia y que hace prácticamente imposible conseguir comida. De ahí que haya prestado, sobre todo, atención a los lobos, los gatos monteses, los urogallos, las víboras, los corzos y rebecos y hasta las arañas y las plantas carnívoras.

En muchos casos, por otra parte, el trabajo de filmación ha exigido una paciencia extrema, con el apareamiento de las tarántulas en primer término, puesto que se penetra en la intimidad de las costumbres de unos seres que huyen de la presencia humana.