No forma parte de los mejores largometrajes de animación digital producidos por la compañía Dreamworks Animation, que ya tiene en su archivo nada menos que 32 títulos, estando a considerable distancia de sus trilogías ‘Madagascar’ y ‘Shrek’. Por eso hay que subrayar la significativa decepción que supone una película que no tiene la misma dimensión creativa, con ostensibles altibajos, ni tampoco idéntico ánimo para romper esquemas.

La versión que se ha hecho de los libros de Dav Pilkey, que fueron editados en 1997 en veinte idiomas y de los que se vendieron en todo el mundo más de ochenta millones de ejemplares, no está marcada por el sello de la inspiración. Son defectos que hay que atribuir tanto al director David Soren, autor de una única cinta previa también digital, Turbo , en 2013, como al guionista, Nicholas Stoller.

Ubicada en un colegio, en una escuela de cuarto de primaria, la aventura que van a vivir los pequeños Jorge Betanzos y Berto Henares es la propia de dos niños que son amigos inseparables y que demuestran moverse entre la imaginación y las travesuras. Las cosas no les van mal, porque disfrutan subiéndose a su casa del árbol y crear desde esta plataforma las peripecias de un insólito superhéroe, el 'Capitán Calzoncillos'. Hasta el funesto día en que el director del colegio les amenaza de la forma peor que podían imaginar, separándolos en clases distintas.

Es un trance imposible para ambos que provoca tal terremoto que, sin querer, lo hipnotizan y lo convierten, fruto de una increíble paradoja, en 'Capitán Calzoncillos'. A partir de ese momento Jorge y Berto disponen de un defensor con el necesario poder para sentirse protegidos. Con un humor poco eficiente que solo en momentos esporádicos resulta efectivo, la base de su rentabilidad hay que buscarla en unos diálogos espontáneos que, al venir de boca de los escolares pueden suscitar la sonrisa.

Por otra parte, no se ha perdido la oportunidad de recurrir a los tacos y a términos escatológicos, aunque en una versión edulcorada, en el objetivo de lograr el chiste fácil. Cosas de menor relieve al acostumbrado en estos casos, que certifican su condición de serie B.