Va más allá de la pura recreación de una época, segunda mitad del siglo XIX, y de unos personajes, el pintor impresionista Paul Cezanne, y el escritor Emile Zola, traspasando todas las fronteras que impiden el acceso a su intimidad y componiendo un cuadro tan personal como auténtico.

Una sorpresa notoria plasmada en una excelente película que supone la confirmación palpable de la madurez de una directora, Daniele Thompson, que con solo seis largometrajes, entre los que resaltan su ópera prima 'Cena de Navidad' en 1999 y 'Cena de amigos' en 2009, se ha convertido en una de las cineastas más interesantes y rigurosas del cine galo.

Es, por supuesto, un producto admirable que ha exigido de la realizadora una labor previa de investigación agotadora que ha contado con un importante factor a su favor, lo relativamente reciente de la historia que abarca con las facilidades que ello comporta para encontrar materiales importantes y de enorme trascendencia.

La película se inmiscuye en la amistad entre los dos artistas citados a partir de su propia infancia, sacando a la luz aspectos esenciales de la mentalidad y de la forma de ser de ambos que parten de un hecho clave, la paulatina integración de Zola en el marco de una burguesía que le permitirá mejorar de forma notable su calidad de vida y, por el contrario, la rebeldía y el talante osado y radical de un Cezanne que no transigirá ante nada y que vivirá siempre, tanto en el terreno personal como en el familiar, al límite.

Estas circunstancias harán imposible la relación entre los dos protagonistas, que muestran al desnudo todas sus cualidades y sus incompatibilidades. Lo que asienta la firmeza de la cinta es, aparte de sus virtudes formales como la ambientación y la fotografía, la categoría de un guión que es tan preciso como convincente y que aporta en todo momento un halo de vitalidad y de coherencia. Thompson no ha pretendido ser fiel hasta el máximo y ha introducido algunas reflexiones personales discutibles, pero que colaboran en la mayor funcionalidad del relato con unos diálogos, además, soberbios.