Traslada a la pantalla con el sólido soporte de una gran interpretación, que nos brinda un soberbio duelo entre la actriz doblemete nominada al Oscar Viola Davis, por 'Criadas y señoras' y 'La duda', y el actor y director Denzel Washington, ganador de la estatuilla por 'Glory' y 'Training day', una imponente obra teatral de August Wilson que fue galardonada con el Pulitzer y convierte en realidad el deseo del escritor de que un afroamericano, el propio Washington en un impecable doble cometido, dirigiese un texto protagonizado casi exclusivamente por profesionales negros.

Los resultados, en un proyecto muy arriesgado, pueden calificarse de notables y prueba de ello es que ha sido nominada al Oscar en cuatro categorías, mejor película, actor, actriz y guión adaptado. Y no hay que olvidar que ya conquistó el Globo de Oro para Viola Davis como mejor actriz de reparto.

Con una estructura consistente tanto en el plano dramático como en el de la ambientación y los diálogos, estos últimos con mucho lo mejor, la obra teatral adquiere su verdadero sentido, sin llegar a desalojar, eso sí, todo el lastre escénico. Con ello afloran los dos ligeros inconvenientes de la cinta, la utilización como fuente de metáforas de un deporte tan ajeno a nosotros y tan poco vibrante como el béisbol por parte del protagonista y un excesivo metraje, que alcanza, nada menos, los 139 minutos.

Aun así, no se eliminan los elementos esenciales de la trama y hay algunos momentos de una categoría innegable que impresionan. Perfectamente ubicada en los Estados Unidos de mediados del siglo XX, la película nos lleva a un feudo de población de color de la ciudad de Pittsburgh en el que vive Troy, un basurero de mediana edad que arrastra la frustración de no haber podido triunfar en el mundo del béisbol, consecuencia evidente de la marginación de los negros y de haber llegado demasiado pronto a un deporte en el que era todavía muy complicado que triunfasen los hombres de su raza.