Se excede en sus apreciaciones a la hora de mostrar, con imágenes impactantes, las terribles vivencias que sufre una familia norteamericana al llegar a un país del sureste asiático en el justo momento en que se ha producido un golpe de estado y convierte con ello lo que podría ser un drama duro y con momentos peligrosos en un thriller realmente alucinante y terrible. Algo que no sorprenderá a quienes hayan visto algunos de los largometrajes previos del director John Erick Dow Dowdle, en concreto, así en la tierra como en el infierno o Quarentine, que caían de lleno en el tremendismo y el horror. Aquí las cosas no llegan tan lejos, porque sería ridículo, pero lo evidente es que se pierde buena parte de la credibilidad al configurar un cuadro social espeluznante en el que, a pesar de todo, un matrimonio estadounidense y sus dos hijas pequeñas sobreviven al caos, a la caza del hombre y a la crueldad más gratuita y exagerada.

El planteamiento inicial, sin embargo, es correcto y el relato se deja ver con interés. Nos pone al tanto de las vicisitudes de los Dwyer apenas han tomado tierra y llegado al hotel del país asiático -cuyo nombre nunca se pronuncia, aunque el rodaje se efectuó en Tailandia- en el que el marido, Jack, va a trabajar en una nueva experiencia laboral. El cuadro que se presenta de inmediato ante el clan es desolador, con una muchedumbre en las calles que se manifiesta de forma violenta y que se entrega con especial saña a asesinar a los extranjeros. Solo cabe la posibilidad de la huida, que es también una opción desesperada porque Jack y su mujer Annie llevan a sus hijas y han de escapar del acoso permanente de gentes de extrema agresividad y con la única misión aparente de matar. Para colmo de males, no hablan el idioma local y han de llegar a la embajada de EE UU en un itinerario sembrado de cadáveres.

Llevada a sus últimas consecuencias y con la pérdida consiguiente de convicción, es casi imposible poder dar crédito a semejantes circunstancias. El aspecto más válido, el de mostrar a una familia normal en una situación límite, se viene por ello en parte abajo. Con un personaje en principio revelador, el agente Hammond, cercano a la CIA, que confiesa demasiadas cosas sin venir a cuento y cuya presencia es demasiado forzada.