Está lejos de alcanzar unos objetivos medianamente aceptables y reincide en la crisis que atraviesa desde hace varios años la trayectoria del actor Adam Sandler, de tal modo que lo que vemos es una comedia familiar y romántica bastante sosa que solo emerge de forma esporádica y limitada en algunos de los momentos que transcurren en Sudáfrica. Sandler, en definitiva, no brilla apenas en un cometido poco jugoso y su tercera colaboración con Drew Barrymore, tras "El chico ideal" en 1994 y "50 primeras citas" en 2004, tampoco entraña un positivo cambio de rumbo.

Ambos ya habían trabajado a las órdenes del director Frank Coraci, un experto en comedias de serie B, en la primera de las citadas y con el actor solo en "El aguador" y "Click", sin sacar de ello ningun partido. Filmada durante ocho semanas en Sudáfrica, buena parte de ellas en el lujoso complejo Sun City, frente a las cinco que lo fueron en Georgia, es evidente de sus atractivos visuales están plenamente vinculados a este marco privilegiado en el que la naturaleza y los animales salvajes se erigen en un gran aliciente.

Hasta llegar a ese escenario, sin embargo, hay que travesar un desierto narrativo inicial de algo más de media hora realmente anodino. Jim y Lauren, es decir Sandler y Barrymore, son padres con hijos que buscan pareja para poder sacar adelante a sus respectivas familias. El es viudo y tiene tres hijas, en tanto que ella ha roto con su marido y es madre de dos hijos.

Se conocen a través de una cita a ciegas en la red que tiene efectos demoledores para ambos, pero el destino y unas circunstancias muy amañadas querrán que los dos coincidan de nuevo en Sudáfrica en unas vacaciones que eran impensables en los dos casos. Todo cambia a partir del reencuentro. Como es fácil de adivinar, el romance toma cuerpo con inusitada intensidad en un marco natural tan privilegiado, donde todo es divertido, y espectacular, demostrando que ambos no solo pueden ser amantes maravillosos, también unos verdaderos padrazos.