Recrea los once días más importantes y decisivos de la historia de Noruega, los que van del 1 al 11 de abril de 1940, en plena segunda guerra mundial, y es una crónica detallada y pretendidamente rigurosa del comportamiento del monarca del país, Haakon VII, ante la terrible disyuntiva de doblegarse al poder del nazismo, entrando a formar parte de la máquina de destrucción alemana. Para el Tercer Reich el potencial de Noruega, tanto en el plano estratégico como en el de sus fuentes energéticas, han convertido la invasión de la nación nórdica en un objetivo prioritario. Pero esa circunstancia, además de muy dolorosa, choca contra la actitud tradicional del país de no aliarse con ninguna de las potencias en litigio en la contienda. En este sentido la cinta es un homenaje ferviente a la figura del Rey y a la institución monárquica. Dirigida por un Erik Poppe que es autor de una breve filmografía de cuatro títulos, de los cuales solo 'Mil veces buenas noches' ha rebasado las fronteras internacionales, la película tiene su principal enemigo en un metraje que rebasa los 130 minutos y que se tambalea en ocasiones por esa circunstancia.

El afán del director de ser muy preciso conlleva, asimismo, que algunas citas sean reiterativas. El drama se hace cruelmente patente cuando Haakon recibe, tras tener noticias de la invasión noruega por fuerzas de ocupación germana, un documento que le "invita" a formar parte de la coalición con Alemania. Es algo parecido a doblegarse o morir y por ahí no pasa el orgullo y la dignidad nórdica. El caso es que mientras la princesa Märtha y sus hijos huyen buscando refugio en Suecia, Haakon y su hijo, el príncipe Olav, se quedarán para hacer frente al enemigo. Presentada en los festivales de Seartke y Edinburgo, entre otros, en su haber hay que citar la buena labor de los dos principales protagonistas, sobre todo de Jesper Christiansen en el papel de Haaken VII y de Karl Markovics en el de Curt Brauer