Nadie puede negarle la brillantez y espectacularidad de las secuencias bélicas y de acción, filmadas con las más modernas técnicas en materia de efectos digitales, gracias a un presupuesto gigantesco de 250 millones de dólares, pero dejando a un lado ese aspecto tan llamativo hay que recalcar que la película no formará parte de ninguna antología del cine fantástico.

Y no logrará ese objetivo porque no representa nada realmente novedoso en un escenario en el que, desde luego, está muy complicado el fenómeno de la renovación. Algo que, sin duda, no afectará a sus admiradores, que tienen aseguradas más de dos horas de entretenimiento, y que tampoco supone retroceso alguno respecto a la primera entrega, la que vimos en 2012.

Los estudios Marvel han apostado por la continuidad y la seguridad, de forma que el mismo director y guionista, Joss Whedon, se ha encargado de llevar las riendas esenciales de la cinta. En esta segunda aventura de los seis superhéroes, es decir Iron Man, Capitán América, Thor, El Increíble Hulk, la Viuda Negra y Ojo de Halcón, lo que representa el no va más en este tema, se ha seguido la pauta esencial de este tipo de productos, sin aventurarse para nada en experimentos de cualquier índole.

De este modo, el esquema es simple, se empieza por una larga escena inicial de enfrentamientos y de excelentes efectos visuales para ganarse la atención del público desde el primer fotograma y se mantienen respecto al resto del metraje idénticas pautas, retomando la acción y el espectáculo cada cierto tiempo con el fin de que desterrar de raíz todo signo de aburrimiento. Para ello se ha elaborado un argumento que insiste en los derroteros habituales, el enfrentamiento de las fuerzas del bien y del mal en un duelo sin tregua en el que se jue- ga una vez más al futuro de la humanidad.

En esta ocasión el mal viene representado por el villano Ultron, un androide ambicioso, poderoso y de manifiesta crueldad, que no se arredra lo más mínimo a la hora de poner en marcha un plan des