Annie, Jean, Claude, Albert y Jeanne, son amigos desde hace décadas. Pero cuando la memoria falla, el corazón se descontrola y aparece el fantasma de la residencia de ancianos, se rebelan y deciden irse a vivir juntos. A todas luces, una locura. Sin embargo, aunque la falta de espacio moleste y despierte viejos recuerdos, empieza una genial aventura: compartir casa a los 75 años. Se les une un joven estudiante de etnología cuya tesis se centra en el estudio de la población anciana. Esto cuenta ¿Y si vivimos todos juntos?, segundo largometraje de Stephane Robelin, después de Real Movie (2004).

¿Cómo se le ocurrió la trama?

Siempre había soñado con reunir a varios actores legendarios en una película coral que tuviera que ver con la familia y la amistad. Además, me interesan mucho los temas de la dependencia y los mayores, que no suele tocarse en el cine. Al empezar a escribir el guion, recordé a mis abuelos cuando yo era adolescente y como empeoraba su salud. Ellos no sabían cómo enfrentarse a la situación porque nadie les había preparado para algo así. Me inspiro para escribir una historia sobre un grupo de amigos que deciden vivir juntos.

¿Cómo desarrolló el proyecto y cómo encontró a los actores?

Me gusta empezar un guion con algunos actores en mente, pero el reparto original cambio durante los años de desarrollo, por cuestión de disponibilidad. Solo Claude Rich estuvo siempre, desde el principio; los demás se unieron a él durante las diferentes etapas de la escritura. Tuvimos que esperar cuatro años antes de empezar a rodar en 2010. Al principio, la idea de una película acerca de gente mayor y el hecho de que yo era muy joven desanimo a nuestros socios financieros, pero cuando les convencimos, se enamoraron del proyecto.

¿Cómo convenció a los actores, sobre todo, a Jane Fonda?

Considero a Jane Fonda como una gran actriz, conocida por su activismo político y su fuerte personalidad. Hacía casi 40 años que no había trabajado en Francia, desde Todo va bien, de Jean-Luc Godard, pero habla francés con soltura y decidimos probar suerte. Le gusto el guion, la idea de rodar con Geraldine Chaplin y otros conocidos actores franceses. Mi productor Christophe Bruncher la sedujo mandándole unas cartas preciosas, hasta que firmo. Jane se unió al reparto más tarde, después de Claude Rich, Geraldine Chaplin, Guy Bedos y Pierre Richard. Me hizo muy feliz poder contar con la presencia de Pierre Richard: sus comedias fueron una parte importante de mi infancia, ha sido un gran honor trabajar con él. Le atrajo la posibilidad de hacer una interpretación mas reservada, centrada, sobre todo, en las emociones, y no tanto en los chistes.

¿Cómo juntó a los actores para que formaran una comunidad? La legendaria Jane Fonda, el humorista Guy Bedos, el gran Claude Rich, el actor cómico de mi niñez Pierre Richard y la muy chaplinesca Géraldine, todos son muy diferentes. Reunirlos representaba un reto, entre otras cosas, porque no se conocían de nada. La primera reunión en París, antes del rodaje, fue muy positiva: se llevaron bien porque todos son muy generosos y, en muchos puntos, compatibles. No tardaron en estar cómodos, lo que ayudó a crear la dinámica del grupo.

¿Cómo consiguió el estilo?

Decidí centrarme en los actores y confiar plenamente en el director de fotografía. El director artístico y yo estábamos empeñados en crear un entorno de otro tiempo, acorde con el de los personajes.

El personaje de Claude Rich sigue siendo un seductor y no está dispuesto a perder la sexualidad. ¿Tenía especial interés en enseñar esta vertiente de la vejez?

Todos somos seres sexuales, el deseo nos guía mientras estamos vivos. Claude encarna la búsqueda sexual de los mayores, pero en la relación entre Jane Fonda y Daniel Brühl también hay cierta ambigüedad sexual. Por eso quería, al menos, una secuencia de amor en la película (Géraldine Chaplin y Guy Bedos).

¿Cómo enfocó el humor?

La vida en una comunidad como la que describo puede ser trágica y cómica a la vez. Todo el humor nace de las dificultades que presenta la vida en común y de lo que significa envejecer. Siempre hay una pequeña catástrofe esperando a la vuelta de la esquina, y las situaciones divertidas en la comunidad de viejos amigos aparecen espontáneamente. No me gusta el humor obvio, prefiero que se base en algo misterioso, sutil.

¿Cree que compartir una casa con amigos es una buena solución para el problema de la vejez?

Puede ser una aventura maravillosa. Mucha gente ha vivido experiencias similares en el idealismo comunitario de los setenta. Las personas de esa generación soñaban con pasar la vejez bajo el mismo techo que sus amigos, pero muy pocos lo llevaron a la práctica. Personalmente, me gustaría hacerlo, aunque sé que pueden surgir muchas dificultades.

¿Qué dice su película acerca de la vida familiar?

Nuestra sociedad va a tener que hacer frente a una invasión de personas mayores en las próximas décadas y deberá encontrar una solución. ¿Qué haremos con el resto de nuestras vidas, si nuestros hijos no nos ayudan? Ha llegado el momento de enfrentarse a la pregunta.

¿Cree que el cine popular puede hacer que el público reflexione sobre ciertos temas?

Quiero hacer películas originales y que sean populares. Considero que mis películas son un intercambio con el público. Me parece que esta historia acerca de personas mayores no asusta a los espectadores, más bien se sienten intrigados por su amistad y sus deseos. La película les ofrece la posibilidad de explorar el tema mientras disfrutan de la vertiente cómica de la historia. La combinación de estos dos aspectos ha abierto la película a un público más amplio. En Francia se tiende a separar el cine comercial de las películas de arte y ensayo. Sinceramente, no me apetece que me encasillen en cualquiera de las dos categorías.

Si viviera en una comunidad, ¿preferiría usted que fuese libertaria o colectiva?

Libertaria, claro. Creo que un grupo funciona mejor si cada uno se responsabiliza de sí mismo. Además, una comunidad no debe ser demasiado estricta. Si todos se ven obligados a respetar unas reglas draconianas, la vida no puede ser muy divertida, ¿verdad?