Desde que se celebrara en 1929 la primera entrega de los Oscars, no han dejado de salir a la luz curiosas anécdotas que nos han dejado con la boca abierta.

Hoy en día no podemos imaginar los galardones cinematográficos por excelencia sin la archiconocida estatuilla dorada de la silueta de un hombre desnudo, pero si echamos la vista atrás nos encontramos con galardonados que recogieron el premio un tanto diferente.

El ventrílocuo Edgar Bergen fue uno de los pocos premiados que recibió un Oscar de diseño especial. Fue en 1938 cuando se le concedió una figura de madera con una boca que se movía. Los organizadores quisieron homenajearle por su creación del muñeco cómico Charlie McCarthy.

Tan sólo un año después, Walt Disney recogió un Oscar con el aspecto cambiado. En esta ocasión, se transformó en una estatuilla de tamaño real y siete miniaturas, en clara alusión a una de sus obras maestras: ´Blancanieves y los siete enanitos´. Precisamente, el creador y director estadounidense es, con 60 nominaciones y 26 premios, la persona que ostenta el récord en los Oscar.

Más recientemente, en 1996, Steven Spielberg protagonizó una curiosa anécdota que merece la pena recordar. El director compró desde el anonimato el Oscar que ganó Clark Gable por su trabajo en "Sucedió una noche". Según se supo posteriormente, lo hizo para conservar su valor simbólico y evitar que se convirtiera en objeto de explotación comercial, aunque acabó devolviéndolo a la Academia.

Si pensábamos que los Oscars eran algo inalcanzable estábamos equivocados. En el año 2000, una remesa de 55 estatuillas fue robada de un muelle de carga semanas antes de la esperada gala. La mayoría fueron recuperadas gracias a Willie Fulgear, un ciudadano desconocido, que las encontró cerca de un vertedero en un barrio de Los Ángeles. Como muestra de agradecimiento, la Academia dejó asistir a Fulgear a la ceremonia como invitado especial.

Pero las anécdotas de los Oscars no terminan aquí. Si antes hablábamos de Walt Disney como la persona que más candidaturas y premios ha acumulado, otros directores y actores de renombre no han corrido la misma suerte. Alfred Hitchcock, Charles Chaplin, Stanley Kubrick y Greta Garbo son tan sólo un ejemplo de personalidades clásicas que nunca consiguieron la ansiada estatuilla.

Si nos centramos en las películas, ´Ben Hur´, ´Titanic´ y ´El Señor de los Anillos´ son, hasta ahora, las películas con más Oscars, once en concreto. En el otro extremo se sitúa ´El color púrpura´, de Steven Spielberg, que figura como una de las mayores perdedoras en la historia ya que pese a sus 11 nominaciones no se llevó ni un solo galardón.

´La Bella y Bestia´, en 1991, se convirtió en el primer film animado en obtener una nominación en la categoría de ´Mejor Película´ puesto que en aquella época aún no existía la categoría de ´Mejor película de animación´, creada en el 2001.

Si hacemos un repaso de las galas, nos encontramos con momentos memorables que pasaron a la historia. Todos recordamos el instante en el que Marlon Brando rechazó su segundo Oscar. En lugar de recoger el premio, el guapo actor envió a una actriz estadounidense de origen indio, que se manifestó en contra del tratamiento que recibía su pueblo en Hollywood.

Otro de los instantes que se esperan con más emoción es el momento de los discursos. Lo más normal es que los premiados lleven una charla preparada y no dejen nada a la improvisación. Es muy habitual también entre los galardonados aprovechar este momento para hacer reivindicaciones o manifestar su descontento con los políticos. No debieron de pensar lo mismo Alfred Hitchcock y Willaim Holden, quienes ostentan el récord del discurso más corto en los Oscars. Una sola palabra, "Gracias", fue todo lo que pronunciaron cuando recogieron la estatuilla.

Y todo esto sucede segundos después de que los presentadores pronuncien el famoso "The Oscar goes to..." mientras abren el sobre con el nombre del premiado. Pero no siempre fue así. Hasta 1988 la frase impuesta por la Academia para anunciar el ganador era "The winner is...".

No queremos despedirnos sin antes rememorar uno de los momentos más representativos para el cine español. Fue en el 2000 cuando una joven Penélope Cruz enloqueció al saber que su amigo Almodóvar era el ganador. El famosísimo "¡¡¡Peeeeedroooo!!!" dio la vuelta al mundo y situó a nuestro país en la primera línea cinematográfica. Antonio Banderas fue el otro encargado de dar el Oscar al director manchego, el primero que conseguía por ´Todo sobre mi madre´.