Aunque debutó en los ochenta, con 17 años, en 'Los goonies', el hijo del actor James Brolin tuvo que esperar muchos años hasta lograr la fama, al optar al Oscar en el 2008 por 'Mi nombre es Harvey Milk'. Tras compartir 'Puro vicio' con Joaquin Phoenix, estrena 'Everest', la historia de una trágica expedición.

Dicen que suele ir por la vida como si no fuese famoso...

Creo que cuanto más te aíslas de la gente, más despiertas su curiosidad. Hay estrellas que conozco bien, como Springsteen, que nunca se han escondido. Hay quienes buscan la adoración de los fans para sentirse en otra escala al resto del mundo. Yo no vivo en una comunidad cerrada, como otros actores. La gente se sorprende de que cualquiera pueda llegar a mi casa y llamar al timbre.

Pero hay actores que no podrían hacer lo mismo que usted.

Cierto, pero yo crecí como un muchacho de campo y así me gusta ser. Seguiré de ese modo mientras pueda. El éxito me permite producir y cumplir sueños. Pero cada vez que vaya al cine me pondré a la cola para comprar palomitas para mi mujer.

Johnny Depp se quedó con el papel de la serie 21 Jump Street, al que ambos optaban. ¿Su carrera sería distinta de haberlo interpretado?

Buena pregunta. Si me lo hubieran dado a mí, ¿que habría sido de Johnny? Cada vez que veo a Johnny reímos; nos acordamos de aquella época y nos parece increíble que hoy hagamos superproducciones.

Lo cierto es que le costó un tiempo encontrar su oportunidad...

Tal vez conseguir la fama en aquel momento no hubiese sido muy conveniente. Yo era muy inseguro, las piernas me temblaban al rodar. Hoy sigo asustándome, pero porque los desafíos de los papeles son mayores que mi propia neurosis, y cuanto más me asusto significa que he dado con el personaje correcto.

Con un padre famoso como el suyo, ¿era inevitable seguir sus pasos?

No, en absoluto. Crecí en la costa de California Central, con una madre a la que no le gustaba el mundo del espectáculo, por lo que mi padre iba a Los Ángeles a filmar y volvía el fin de semana. A mí me interesaba el Derecho, no la actuación. Quería ser criminalista y estudié para eso. Pero también me fascinaba leer: Bradbury, Asimov, Vonnegut. Y pensé que la actuación podía acercarme a las cosas que me interesaban, porque en cada papel había elementos sociológicos y psicológicos, y podía utilizar mi imaginación a gran escala.

¿Le que costó elegir este camino?

Pues sí. Mis amigos no me creían, porque yo siempre había sido despectivo hacia los actores. Nuestra economía era muy inestable. Mis padres no controlaban bien los gastos, y yo no podía entender cómo alguien quería una vida tan insegura. Pero un día me subí a un escenario y me di cuenta de que era lo que me gustaba.

Su madre era muy especial, ¿no?

Era única. Se casó con mi padre a los 12 días de conocerse y estuvieron juntos dos décadas. Luego ella se dedicó a proteger animales salvajes. Era adorable, pero también algo irresponsable, y a los 8 años yo le ayudaba a limpiar la jaula de los lobos. Tendrías que ver mis cicatrices de esa época...