El director Kike Maíllo (Barcelona, 1975) acaba de ser reconocido con el Goya al mejor director novel por su ópera prima, 'Eva', la primera película española de robots, interpretada por Claudia Vega y Daniel Brühl. Lejos quedan ya los tiempos de sus primeros

pasos como director, con los cortometrajes 'Las cabras de Freud' (1999) y 'Los perros de Paulov' (2003)

–¿Es usted un director novel o un director a secas?

–No, soy un director novel. 'Eva' es mi primera película, y a pesar de la experiencia que pueda tener, aún me quedan muchas muescas que encajar. No me siento director todavía. No tengo esa sensación.

–En otra entrevista dijo que un director debe hacer películas que casi nadiemás pueda hacer. ¿Realmente no ha habido nadie capaz (en España) de trabajar los géneros como usted?

–En España existe un buen caldo de cultivo próximo al género de ciencia ficción, sin embargo, hasta hace unos años era una tarea inasumible por una cuestión de costes. Una película como 'Eva', con la posproducción hecha en casa con nuestros ordenadores es lo que la hace posible por un lado, mientras que por otro estamos en un país con cierto lastre en el desarrollo de este género debido a las tendencias costumbristas del cine español.

–Hablando de costes. No puedo pagarme los estudios en la Escac (Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña). ¿Cómo hago para llegar a ser directora de cine?

–Llevo doce años como docente en la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña y antes de eso me formé en colegios públicos.Yo abogo también por la formación en universidades públicas pero para el que no tenga la posibilidad, que se rodee de gente con criterio, que busque métodos de producción más baratos.

–Como profesor, su película podría sentar bases de la ciencia ficción made in Spain.

–O no. 'Eva' es una mezcla de melodrama y ciencia ficción que desde el principio ha coqueteado con otros géneros como el western o el thriller, pero intentando alejarme de éste último, y acercándome a mis gustos personales. Los americanos, pioneros en esto de los efectos especiales, no hubieran podido hacer mi película.

–La línea costumbrista de la que hablaba.

–Sí. En España existen esas dos tendencias diferenciadas, una más costumbrista donde estarían Zambrano o Almodóvar y otra más universalista, donde yo sitúo a Balagueró, Amenábar y a mi película.

–¿El actor revelación de Eva son los efectos especiales?

–La actriz revelación de Eva es Claudia Vega. Ella es el mejor efecto especial que tiene la película. Es una niña muy intuitiva, muy empática, casi tanto como el personaje de Eva.

–¿Y cómo se vence la reticencia del espectador a ver una 'españolada con efectos especiales'?

–Precisamente en la forma cómo hemos mezclado los géneros.

–La crítica le califica su técnica de diez, sin embargo otros no alaban tanto su guion.

–Respeto la crítica, pero no la comparto. 'Eva' es una cinta complicada. Se hace difícil cuando intentas equilibrar el lado femenino, que lo aporta la dimensión de los personajes, la historia, con ese lado masculino que es la ciencia ficción. Creo que ese balance lo he conseguido.

–Da la impresión de que Lluís Homar, si quisiera, podría interpretar a un cenicero. ¿Es uno de los mejores actores españoles o europeos?

–De su edad sí. A pesar de entrar tarde en el mundo del cine y descubrirse tarde también, es un actor de teatro, lleva toda la vida haciéndolo.

–¿Hubo casting o fue elección a dedo?

–Al principio me pareció demasiado obvio, pero es que me vino su nombre a la cabeza, cuando pensé en el prototipo de mayordomo. Interpretar su papel y salir airoso es un trabajo complicado. Él afirma que ha sido el papel que más ha ensayado.

–¿En el rodaje era tan verborreico como cuando recibió el Goya?

–Homar es una persona muy humilde y a la vez muy insegura, que acababa de ganar su primer Goya.

–¿Los premios afectan a la recaudación? Su película no recaudó lo que se esperaba.

–No. Ni tampoco influyó tras los premios. La Academia reconoce a las obras por su calidad, no se fija en las taquillas.

–De ahí que se quejase Santiago Segura.

–Torrente 4 es una película divertida y muy entretenida, pero no es que formalmente sea espléndida. No encontraría lógico que se nominase por ello.

–Y ahora que acaba de triunfar con su primera cinta, partiendo de que estamos en España, hasta dentro de 4 ó 5 años no veremos su segunda obra.

–Tardaré eso mismo, porque con 'Eva' tardé cuatro años también. Ahora me encuentro de nuevo en el año cero, arrancado y valorando las diferentes alternativas y posibilidades. Estamos tirando del hilo pero sin nada claro.

–Juanjo Sáez iba para estrella mediática, pero usted se le ha adelantado. ¿Comparte su tirria por la modernidad?

–Juanjo Sáez es un lobo en la piel de un cordero. Es la modernidad en persona. Es el príncipe del underground. Lo que ocurre es que en su trabajo como diseñador e historietista es mucho más popular que el mío y le acerca a una realidad que a veces puede sacarle de quicio.