El pase de prensa del noveno largometraje a concurso del Festival de Málaga, Els nens salvatges (Los niños salvajes), no hizo sino acrecentar los nervios de su directora, Patricia Ferreira, que vio cómo los últimos veinte minutos de la copia que presentó al certamen estaban desincronizados, por lo que hubo que suspender la proyección momentáneamente.

La interrupción, que duró más de una hora, obligó a proyectar el desenlace de la película en formato DVD, con menor calidad. «Ha sido una fallo técnico que se ha producido, precisamente, cuando arrancaba el desenlace de la historia», dijo la cineasta, que pidió disculpas a los asistentes y agradeció su paciencia.

Más allá de este contratiempo técnico, Ferreira destacó que su película es una «defensa encendida» de los valores de la educación pública, además de «a los adolescentes» y una «llamada de atención a los adultos». «A pesar del título, ni los niños son salvajes, ni vienen de familias desestructuradas, ni son delincuentes: es el término con el que los adultos nos referimos a los adolescentes cuando los vemos en la calle, a lo mejor porque hemos olvidado lo que hemos sido y la necesidad que tuvimos de gritar», apuntó.

El filme narra la historia de Alez, Gabi y Oky, tres adolescentes que viven en una gran ciudad. Los tres son unos desconocidos para sus padres, sus profesores y para ellos mismos. Por ello, su aislamiento emocional llevado a extremo, tendrá consecuencias inesperadas que sacudirán a la sociedad.

La realizadora madrileña comentó que en Los niños salvajes se tratan «muchos temas» y cada uno encuentra el lado que más le interesa, pero, sobre todo, dijo, hace una defensa de la educación pública, algo que «por desgracia está de moda». Al respecto, elogió el trabajo de los docentes, a los que calificó como «héroes». «El suyo es un trabajo heroico», matizó.

La directora de Sé quién eres, El alquimista impaciente y Para que no me olvides, entre otros títulos, criticó los recortes en la enseñanza, asegurando que «la educación y la educación pública no sólo necesita el dinero que tiene sino el doble». «Ahí nos estamos jugando el futuro de un país, un futuro al que nunca hemos llegado pero al que alguna vez tendremos que llegar», mantuvo.

Ferreira aclaró que éste era un proyecto llevaba «muchísimo tiempo» intentando «sacar adelante» y reconoció que la película La clase, ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes, le sirvió para saber que la cinta que tenía en mente «se podía hacer, que se podía trabajar con adolescentes y que se podía conseguir esa verdad».

Ferreira aseguró que trabajar con actores jóvenes le ha servido para darse cuenta de que «no hay diferencia» respecto a los adultos en la profesionalidad o la entrega, pero sí en el planteamiento: «Fue como un juego iniciático que me contagió durante el rodaje. Fue un rodaje diferente, para bien, porque mientras trabajábamos teníamos esa sensación de que estábamos en un juego de aprendizaje».

También añadió que con este título ha sido consciente de que se pueda hacer una película con actores no tan profesionales y «dándole un margen de libertad para que se expresaran». Además, recordó que antes de iniciar el rodaje hubo una amplia labor de documentación, visitando colegios, hablando con profesores o en las clases. «Nos hemos empapado del trabajo de los profesores en la educación pública», aclaró.

La directora apuntó que desde un principio «tenía claro» como iba a ser el final del largometraje y aseguró que «nada en el filme es casual sino que todo tiene una razón». También dijo que la película «es un planteamiento a la búsqueda de los por qué» y destacó que a su entender es «una historia positiva que habla sobre la necesidad de desprenderse del pasado para afrontar el futuro con nuestras propias armas».