A bordo de un velero de regatas oceánico, como los Imoca con los que se disputa la Barcelona World Race, no hay nada más que lo imprescindible. Ahorrar peso es una norma, y además todo tiene que ser fácilmente movido de una banda a otra cuando cambia el viento. En ese criterio está incluida la comida, que debe facilitar la vida de los regatistas tanto como sea posible.

Tienen que comer bien para mantener toda la energía que exige una prueba de una dureza excepcional, pero conservar los alimentos y prepararlos no puede ser una fuente de problemas. Así que, en la práctica, todo se basa en la comida liofilizada, organizada en bolsas por días y semanas con un criterio de nutrición correcta.

La experiencia de los navegantes y el consiguiente boca a boca hacen que existan marcas comerciales y platos muy concretos ampliamente demandados. Tanto para hacer las comidas principales como en postres. En los barcos, lo único que se hace a la hora de cocinar es calentar el agua que ofrece una potabilizadora de agua de mar (que también es la que sirve para beber) y mezclarla con el contenido de un sobre de comida liofilizada.

Como complemento, y para desayunos y meriendas, suele haber barritas de cereales, chocolate y frutos secos. También se prepara café o té con un chorro de leche condensada. Comer es casi una rutina más a bordo, y de ahí que casi todos lleven algún tipo de alimento para regalarse un premio de cuando en cuando, sea jamón exquisito o algún dulce.