Opinión | Tribuna

Música para una Pasión

La música es el lenguaje más universal y directo. Es capaz de llegar al corazón pasando de puntillas por los oídos y obviando la compresión del texto del que tantas veces es portadora. La primera de entre las Bellas Artes, la más espiritual de todas ellas, convive admirablemente con el resto de manifestaciones plásticas, literarias y escénicas siendo en este último caso un instrumento eficaz para enfatizar y realzar la acción y la trama. Así lo ha entendido desde hace siglos la Iglesia que además de otorgar un papel singular y destacadísimo a la música en la liturgia ha sabido utilizarla -si se me permite la expresión- con fines catequéticos, evangelizadores e, incluso, apologéticos.

Al hilo de esta reflexión sobre el papel de la música en el universo cultual y cultural cristiano, me gustaría proponer una serie de iniciativas que han tenido lugar en el marco de la centenaria tradición musical de nuestra ciudad en general y nuestra catedral en particular.

Concierto en la Catedral de Málaga, en una foto de archivo.

Concierto en la Catedral de Málaga, en una foto de archivo. / Gregorio Torres

La primera de ellas -y diría que la más atrevida- consiste en el Via Crucis que se estrenó con motivo del Centenario de la Agrupación de Cofradías hace unos años en la Catedral de Málaga. Su compositor, Fausto Caporali, es un acreditadísimo organista especialmente en el campo de la música contemporánea y la improvisación. Su genialidad consistió en poner en sintonía los dos órganos históricos de Julián de la Orden (1781) con una música pensada para conmover y golpear las conciencias ante los momentos más desgarradores de la Pasión de Jesús. Colaboradores eficacísimos fueron, además, las voces de los Pueri Cantores Málaga, Bonela hijo al cante y un grupo de instrumentos de percusión. Manifestaciones tan dispares entre sí como el flamenco, el rap o el canto gregoriano encontraron en esta nueva composición un espacio admirablemente natural.

En las antípodas de este estreno, se encuentra la recuperación histórica de un Stabat Mater fechado en 1854 del compositor malagueño Juan Cansino Antolínez, autor no solo de música sacra sino también de zarzuelas y música para piano. Este contemporáneo de Eduardo Ocón, supo ganarse el corazón del internacional barítono malagueño Carlos Álvarez quien al descubrir la belleza de esta música que permanecía inédita en los anaqueles del archivo de música de la Catedral de Málaga quiso colaborar desinteresadamente en este proyecto que tuvo en la Orquesta Filarmónica de Málaga uno de sus más eficaces colaboradores. Esta formación sinfónica malacitana ha sido también protagonista de uno de los estrenos más ambiciosos que ha tenido nuestra ciudad en los últimos tiempos y que no ha sido otro que el oratorio 'Passio Christi' del romano Marco Frisina, el compositor de música religiosa más interpretado mundialmente en la actualidad y que vio en nuestra ciudad el marco idóneo para la realización de esta obra tan querida por él y que ponía la banda sonora a los últimos momentos de la vida de Jesús de Nazaret, con un elenco vocal e instrumental que aunó a una docena de solistas, la coral Carmina Nova y a los niños tanto de Pueri Cantores Málaga como de la Escolanía de San Lorenzo de El Escorial.

Días estos algo aciagos por lo que la meteorología nos tenía deparado y, por hacer de tripas corazón, no han servido sino para reencontrarnos con estos proyectos en los que nuestra ciudad ha demostrado un dinamismo capaz de concitar valores internacionales en plena boga a la vez que poner el patrimonio histórico y las principales instituciones culturales malagueñas al servicio de la creación y la belleza. Que no decaiga.