No he tenido ocasión de ver una tertulia de señoras que organiza entorno a su mesa la sonriente Inés Ballester, que por estas fechas sustituye a Mariló Montero en La mañana de La 1.

No ha ganado frescura el matinal de la pública con el cambio de presentadora. Es un problema de concepto. Ni está pegado a la información que quema ni está pegado a la televisión canalla.

Es un programa de una discreción monjil. Ni siquiera en algo que no les causaría problemas, como el apartado de la crónica rosa, levantan el interés. Todo es de un comedimiento tristón. El resto del sumario tampoco levanta cabeza.

Tratando de asomar la patita, y a rebufo del Hable con ellas de Telecinco, el magacín ha juntado a cinco señoras en tertulia feliz, entre ellas a Paloma Gómez Borrero, Alba Carrillo y Loles León. La juntera la han llamado Amigas y conocidas.

Y hablan de todo. De la llegada a Tarifa de pateras hasta la bandera, repletas de historias que van más allá de los números, a la educación o la influencia de la tele en la misma.

Y aquí me paro. Me paro porque en un programa Loles León dijo que, como tía, prohibiría a sus sobrinos ver programas como Mujeres y hombres y viceversa por horroroso y por soez, y que a su casa ese tipo de basura no entra.

Lo firmo. En la mía tampoco. Pero hete aquí que una olvidada, una devaluada, una desprestigiada, y una que está lampando por otro poquito de protagonismo al precio que sea, Leticia Sabater, se convierte en brazo ofendido de Telecinco y sale en su defensa, como si tuviera algún valor. Y lo hace a la altura de su credibilidad. Das asco, hija, le escribe a Loles. Que ni le ha contestado. Me cachis. Ha calculado mal la ordinaria choni.