Qué gran fiasco. Una esperaba que Risto Mejide se comiera a bocados, sin patatas, ni tomate, ni mayonesa, ni ensalada, a sus invitados. Y no ha sido así en Viajando con Chester. No es una marca de rubio eso de Chester. Es un sofá, el clásico sofá inglés que habla de elegancia, distinción y riqueza. Ideal para petardos como Risto Mejide. Ya lo he dicho. Petardo, que eres un petardo, Risto. Una creía que te ibas a comer a dentelladas al cervatillo José Luis Rodríguez Zapatero en tu primer programa, y resulta que le haces unas preguntas de primero de niño malo que tiene que demostrar que es un niño malo, travieso, el más atrevido del aula, el más chuleta y el que no le tiene miedo a nada ni a nadie. Y además se las haces como nervioso, y dando a entender que son atrevidas, impertinentes, y que a ti un tipo, el que sea, aunque sea un expresidente de gobierno, no te quitará ni un ápice de tu misión, la de malote de barrio.

Has vuelto a cagarla, chulito. Estás mejor que en aquel gran fiasco que fue G20 pero estás peor que Jordi Évole. Oh, lo siento, ya sé que toca las pelotas, pero como tú vas de tenerlas a prueba de bomba, pues yo voy y te miento la bicha.

¿De verdad creías tú y Cuatro, tu jefa, que podrías hacerle pupa a Salvados? Lo malo de tipos como tú, querido Risto, es que fabricas un personaje que luego se vuelve contra ti porque, o sigues con la traca, o a nadie le interesa como seas de verdad, sobre todo si juegas a ir a pecho descubierto y resulta que te escondes, otra vez, en tus gafillas de nene asustado. Esas gafas te delatan. Representan justo lo contrario de lo que quieres ser. Nadie te cree. Yo no te creo. Una siempre te ha visto impostado, histriónico, maleducado, sin matices, dando vida a un personaje sobrado, cuyo dueño, el verdadero Mejide, alimenta en pantalla a costa de un esfuerzo excesivo. Pero tú creías que Viajando con Chester te iba a redimir de ti mismo, y por eso Paolo Vasile, que también confía en ti, te compró un sofá (cada semana, un par de ellos, como tus invitados, a pares, lo cual demuestra que eres incapaz de sacar una hora de televisión con un solo invitado, lo que demuestra tu propia desconfianza), hizo un listado de invitados y te sentó pegadito a ellos para que viera este país lo atrevido, impertinente y malote que eres.

Querido, todo el mundo sabe que no eres periodista, pero es que tampoco eres un gran conversador. ¿Sabes qué pasa? Que creo que tienes un guión, unas preguntillas más o menos aprendidas, que vas soltándolas, y que te vas quedando sin fuelle conforme se van agotando, porque no escuchas, no tienes ni idea de lo que dice tu invitado, tú estás pendiente de no bajar la guardia, de que todos vean que tienes cojones por decirle a Zapatero que nos defraudó, qué valiente. Una cosilla, ¿sabes lo que es escuchar, sabes lo que es repreguntar, sabes lo que es ser mordaz pero no fanfarrón, sabes lo que es ser amable pero inflexible con el objetivo de que hable de lo que no quiere hablar? Aprende de los grandes y luego haz una entrevista donde tú no seas el prota, guapo.