"Sé tu mismo, el resto de los papeles ya están cogidos". Empar Marco, la flamante directora de la nueva Corporación Valenciana de Medios de Comunicación, pareció tener muy claro el consejo de Oscar Wilde. Y desde siempre tuvo muy clara la vocación y el camino. Tuvo una causa, la lengua. Y a ella se pudo dedicar desde que se licenció en Filología.

Diez años asesora lingüística en la Diputación de Valencia. Coautora de las normas de estilo y del estándar lingüístico de la RTVV, que no es cualquier cosa. Corresponsal de Catalunya Radio en la Comunitat Valenciana y TV3. Junto a Esperança Camps, a la que ha fichado como persona de confianza, noveló el cierre de la extinta radiotelevisión autonómica.

Yo no sé ustedes, pero para mí que las Amparos valencianas son eso, Amparos. Y que Empar, es catalán. Cuando la susodicha fue elegida, consulté rápidamente mi agenda para comprobar cómo todas, desde la A de Amparo Aliaga, hasta la Z de Zarzoso, ninguna de mis Amparos se llamaba Empar. Lo cual no demuestra nada pero evidencia todo. Yo lo veo claro y diáfano. Que la nueva directora de la empresa pública de comunicación valenciana tiene una línea clarísima. Y no engaña a nadie. "La única ventaja de jugar con fuego es que aprende uno a no quemarse", explicó Oscar Wilde.

No creo que Empar Marco se queme. Todo lo contrario. Pocas veces he visto un rostro tan feliz en el retrato de un recién nombrado cargo público. Solo hay un problema. La 'causa' aboca a la nueva televisión a la invisibilidad, al share más bajo de todas las televisiones que en nuestro mapa son. Una menudencia, un daño colateral sin importancia para quienes tienen tan claro su objetivo.

Conste que hablo por puritita envidia. Por no tener más causas que las perdidas, ni más cargo que el de presidente de mi escalera.