La gente tiene gana de piscina. El estreno el miércoles en Telecinco de Mira quién salta apuntala la idea. Splash!, la balsa de Antena 3, congregó a cuatro millones y medio. La de Paolo Vasile a más de tres. En total, más de siete millones pendientes de unos tipos que saltan al agua.

Siendo la misma simpleza, hay diferencias. Hay que echar mano del sello de ambas casas. Antena 3 apuesta por gente con carrera, ya sean toreros, artistas de variedades, presentadores, o cocineros. Telecinco, exceptuando a unos cuantos, echa mano del cas- cajo social que la propia cadena crea, alimenta, y luego destruye como lo que es, algo inservible.

Con este planteamiento de partida, hay que buscar un jurado a la altura de una necedad bien condimentada. Boris Izaguirre está en la mesa de expertos. Carlos Pumares, también. Es la cuota circense de un espectáculo que hacen chabacano.

Si a estas alturas la aportación que el señor Izaguirre hace al circo es gritar como una mona, aparecer en bermudas con chaqueta, y en un momento de impulso premeditado y alevoso quitarse el pantalón, quedarse en calzoncillos, y lanzarse al agua, este señor nos toma por imbéciles. ¿Por qué tiene que gritar tanto este hombre, ese es su concepto de entretenimiento? ¿Por qué tiene que gritar tanto, y tan mal, el señor Pumares?

Porque para eso se contrató a ambos, para que pusieran el granito de mamarrachada, mal gusto, y ordinariez a tono con, y eso es lo grave, la idea que la cadena tiene de su público. Pues no, señores Izaguirre y Pumares.

Si ese es el concepto que tienen de mí, olvídense. Yo no soy ese espectador al que se dirigen. Que recojan a desechos de la basura de Gran Hermano tampoco me motiva. No sé quiénes son. Así que nada, sigan gritando.