Digo como dice Matías Prats anunciando seguros tan afectado y tieso, permíteme que insista. Pues eso, permítanme que insista en la capa exterior de 'La Voz Kids'. Me quedo con la envoltura porque si ésta me encocora, el meollo me espanta y provoca palabras y pensamientos poco nobles.

El estreno del programa hizo un escandaloso 28%, es decir, más de 4 millones de personas viendo la llamativa barraca que exhibe a críos con el apoyo tóxico de sus papás. Dejo a un lado a los críos, y sobre todo a los papás, porque de ellos no es el reino de los buenos. Me quedo con los llamados -cuánto cateto suelto- coaches. Resumo sus caras teatrales y sus intervenciones sin fuste aprovechando la actuación del gitanillo sale- roso que cantó con la mano en el bolsillo, más chulo que un ocho.

Te llamas Antonio, eres gitano, eres que no se te puede aguantar -literal, ella es así-, que yo te voy a hacer cantar a ti con ese arte que tienes que nos vas a hacer llorar a todos, con ese cuerpo tuyo y esa cara tuya, así que vente conmigo, Antonio, gritaba Rosariyo con sus piños recién encalados, su cortedad, y su hatillo de tópicos verbales con los que sale al paso, la pobre.

Antonio, gorrión, tú tienes que volar con- migo, que me ha encantado el punto de cantar con la manita en el bolsillo, mira, nos has emocionado, y merece la pena venir a este pro- grama por escuchar a gente como tú, decía Manuel Carrasco , el más creíble y natural. Total- mente, soltaba desde la esquina el enervante David Bisbal . ¿Totalmente? ¿Totalmente qué, tarugo? Mira, Antoñico, yo te voy a decir una cosa, empezó el hueco simplón. ¿Antoñico? Suficiente. Vamos, yo cojo al niño y me largo.