Ya hay otro color rojo en los titulares de programas de la tele. Además del clásico ´Al rojo vivo´ de Antonio García Ferreras , el hombre ventilador, el presentador de manos como aspas, el busto que hace periodismo moviendo la actualidad al ritmo del molinillo de la palma de sus manos, nos ha salido en Cuatro otro rojo, en este caso roja, ´La línea roja´ de Jesús Cintora , que vuelve a la cadena después del fiasco de Cintora a pie de calle, que duró lo que le dura un libro en la mano a un tronista de Telecinco.

El martes se estrenó el eterno formato, revisado para parecer novedoso, de 'Moros y cristianos' en versión dueto, es decir, en vez del gallinero típico, con voces disonantes y profesionales de la provocación más necia del tipo mierda pura de Salvador Sostres en un bando o de Pilar Rahola en el otro, aquí, en ´La línea roja´, son sólo dos contendientes que miden sus gustos, por supuesto enfrentados y sin matices, sobre un tema.

Los eternos están en el candelabro. La homosexualidad - más vieja que el aliento helado de la luna -, la tauromaquia - más trillada y cansina que la verborrea mitinera de Pablo Iglesias -, los okupas - y sus circunstancias - son motivo de enfrasque entre el que dice que el gay se puede curar, quizá con el salivazo de un dios o con el médico farsante que no tiene escrúpulos, y el que dice que aún no se ha conseguido ni la mitad de lo que se tiene que conquistar para igualar derechos entre homos y heteros. O el que defiende a muerte la muerte del astado y el que defiende a vida la vida del morlaco. Lo ya visto, lo ya escuchado, lo ya sabido pero con la pretensión de que una u otra postura crucen la línea roja del que está en sus antípodas. Ah, Jesús Cintora, elegante, como siempre.