Lo hace bien, ya está. Parece que no forma parte del mundo de la tele, y resulta que es de lo que mejor se mueve y se ve en el mundo de la tele. Es Jesús Calleja. Y funciona. Está ligado a Cuatro desde el principio de los tiempos. Y con diferentes formatos. Lo mismo te hace un ´Volando voy´ que un ´Planeta Calleja´ o un desafío - en el Himalaya, en el Everest, o en el abismo -. Y funciona. E insisto, lo hace bien.

No siempre aquí se ha escrito bien del leonés, es cierto, pero eso ha cambiado. Lo que hace Jesús en Cuatro es de lo mejor que se puede ver en la cadena friqui, quizá porque el mismo Calleja, tal como decía su madre, creo que era su madre, en la última entrega de Bertín Osborne, que visitó la casa del aventurero, sea un poco friqui desde chiquitillo ya que con trece años y una mala soga quiso ascender no sé qué montaña. Apuntaba maneras.

En ´Volando voy´, que es lo que ahora emite Cuatro, el equipo visita un lugar y realiza alguna misión. La imagen de la gente del pueblo sentada como el que asiste al cine de verano para ver imágenes de sus paisanos en el programa es impagable. La de Jesús dirigiéndose al público, también. Es cercano, fresco, ocurrente, es humano, sabe llegar al público sin muchos artificios, sin pinganillo, para entendernos, y por eso resulta tan natural.

Es como Frank Cuesta, el que dice amar a los bichos pero los molesta en su hábitat, pero en versión buena. Jesús Calleja, a lo tonto a lo tonto, consigue lo que no consigue ni el mejor entrevistador, es decir, que el entrevistado, que se siente sólo un amigo, se encuentre tan a gusto que lo largue todo, incluso lo que no quiere. Así que relájese y vuele con Calleja.