Desde el siglo XVIII, los moriscos celebran la fiesta de Los Rondeles en la que procesionan a la Divina Pastora en una mágica noche de acción de gracias. Desde entonces, siguiendo la tradición, los capachos o rondeles que han servido para extraer el aceite de las aceitunas se enrollan para que la combustión sea más lenta y se pinchan con una horca u horquillo, una herramienta agrícola fabricada para mover paja u hojarasca. Cuando llega la hora, los rondeleros se agrupan para que el párroco de la localidad bendiga el fuego. El esparto impregnado en aceite prende enseguida y los hombres izan los rondeles al cielo.

La plaza de la ermita de la Veracruz se impregna entonces de una mezcla de olor indescriptible. Se apaga el alumbrado público. El lugar se llena de magia y la sombra de la Divina Pastora se proyecta sobre una de las blancas fachadas al salir por el dintel de la dieciochesca ermita situada en la parte baja del pueblo. «Es la fiesta que mejor representa a Casarabonela, con un calado especial entre los vecinos que participan desde hace varias generaciones en esta celebración centenaria», apunta el alcalde de la localidad, Antonio Campos.

La Divina Pastora comienza su caminar por unas estrechas, sinuosas, encaladas y empinadas calles trazadas durante el dominio islámico del que presume el pueblo. El fuego que precede a la Virgen, tiñe de naranja y ocre el blanco de las fachadas, lugar en las que se crean sombras irreales, a veces fantasmagóricas, que cambian constantemente de posición y apariencia.

La procesión está precedida por pastorales infantiles que llevan el soniquete navideño a todos los rincones del municipio. Durante dos horas, la procesión del fuego purifica a vecinos y visitantes hasta llegar a la iglesia de Santiago, antigua mezquita mayor. Allí, en la parte más alta de Casarabonela, los rondeleros esperan a que entre en el templo la Virgen, inspirada en la imagen de la capuchinera Divina Pastora de la capital.

Lo que queda de los capachos o rondeles son apagados en el pilar de una fuente junto a la fuente de la parroquia. Ya pasada la medianoche, en la plaza junto a la iglesia donde han llevado entre salves a la Pastora, vecinos y visitantes degustan «dulces navideños, tostones, pan tostado con aceite y ajo, o los típicos buñuelos de viento de manera gratuita» comenta el alcalde.

El ambiente se torna aún más festivo entre villancicos en torno a distintas hogueras en las que el fuego sigue siendo el eje de la celebración. «Este año traemos como novedad desde Jerez al Coro de la abuela. Y se hará una fusión entre el villancico popular esta zona con el villancico flamenco gaditano», explica el regidor.

Con esta procesión de fuego, cada noche de la víspera de Santa Lucía, los molineros de aceite dan gracias por la cosecha a la Divina Pastora y ruegan para que la cosecha del año próximo sea igual de buena o mejor.

«Los rondeles es la fiesta que más diferencia a los moriscos del resto de pueblos» explica Belén Gómez Escudero, una vecina de Casarabonela que, a pesar de que hace años que no vive en el municipio, siempre acude a la procesión que es la que da comienzo a la Navidad en Casarabonela. «Para mí son los primeros villancicos con sabores y olores que me recuerdan a la niñez y que ahora descubren mis hijos», afirma orgullosa.

Declarada fiesta de interés turístico nacional de Andalucía y de singularidad turística provincial, la fiesta de Los Rondeles se recuperó en la década de los 70, tras un parón durante la Guerra Civil. Hoy día es una de las señas de identidad de la localidad de la Sierra de las Nieves. La fiesta continuará el fin de semana con talleres infantiles, un concierto navideño en la iglesia de Santiago, visitas guiadas por el municipio, rutas gastronómicas y una ruta de la tapa.