Dicen que un concierto de Andrés Suárez es como «una explosión».

Soy una persona muy nerviosa, energética, hiperactiva... Soy el resumen de lo que he escuchado a lo largo de mi vida, desde Pablo Milanés, Silvio Rodríguez o Franco Battiato a Eskorbuto, Extremoduro y Platero y Tu pasando por Juan Luis Guerra. Trato de que eso sea un concierto mío, es decir, habrá momentos para la intimidad, el piano, el violín, la voz y el romanticismo, y otros en los que trataremos de poner a todos de pie. Quiero que la gente vea que un cantautor ya no es un tipo triste, aburrido, melancólico y que maldice el futuro. En mis conciertos el público pega botes y escucha rock and roll. Creo que la mezcla de estilos es muy bueno.

¿Le enorgullece que le cuelguen la etiqueta de cantautor?

Sí. Vivo en el país que tiene la mejor canción de autor del mundo: Aute, Serrat, Victor Manuel, Pedro Guerra, Ismael Serrano... Me apena y siento un profundo dolor cuando la gente dice: «Buff, no digas que eres un cantautor, porque eres un coñazo, muy aburrido». Pido un mínimo de respeto a la gente que ha hecho tanto por este país, que se jugaron el cuello literalmente, algunos tuvieron que emigar y encima nos han dejado un legado de canciones para siempre. La música de autor es la música clásica del futuro. Mis nietos cantarán Lucía y Mediterráneo de Serrat y Quién me ha robado el mes de abril de Sabina.

¿Qué le robaría usted a Serrat, a quien le ha brindado un homenaje en forma de canción?

A Serrat le robo abrazos, piropos y elogios porque es una persona que me ha cuidado, animado y mostrado su cariño, siendo una persona que está de vuelta de todo y que ha hecho historia en la música.

¿Qué le ha llevado a querer compartir escenario con músicos de la calle?

Yo toqué en la calle, durante poco tiempo. Es una escuela acojonante que volvería a repetir, la de tratar de convencer a la gente en la calle, de que dejen de caminar para mirarte y escucharte, ganarte una moneda. En este país en que la cultura es machacada por los gobernantes he querido reivindicar la figura del músico callejero, mal vista en España. Un músico que toca en la calle no es nada malo y no tiene que ser perseguido o criticado.

Corazón ardiente, ¿qué enciende sus canciones?

Yo soy muy intenso. A mí Walt Disney me hizo mucho daño. Creo que fue Sabina el que dijo que comiendo de verdad, bebiendo de verdad, besando de verdad y enamorándose de verdad, «lo más normal es que salgas lleno de cicatrices». Ojalá lo hubiera dicho yo. Amo la intensidad, el dolor, la depresión, el amor, el éxtasis... Hoy llevo una vida más pausada, en la sierra de Madrid, ya no vivo de noche ni frecuento los bares de Chueca y Lavapiés buscando poetas malditos y musas imposibles. Ahora cultivo más la calma, el turismo, conocer otras culturas, eso me motiva para escribir. Escribo por la mañana, a primera hora, con un café, enterándome de todo.

¿Todo cabe en una canción o hay que ponerle límites?

La expresión y el arte son libres, ahora bien, no es lo mismo que alguien te diga «no me gusta tu disco» que te amenacen con un «te voy a matar». Creo que nos hemos vuelto demasiado agresivos.