El granadino Manuel Liñán no tiene aún cumplidos los 40 años y ya es para muchos uno de los grandes renovadores del baile flamenco contemporáneo. Por eso su presencia, esta noche, en el Festival de la Cueva de Nerja es una de las más esperadas del ciclo.

Liñán (Granada, 1980), ha sido solista en importantes compañías, director y ecléctico creador. Se formó en Granada junto a Manolete y Mario Maya y en Madrid ha formado parte de agrupaciones como la de Carmen Cortés, Rafaela Carrasco, Merche Esmeralda y Manolete. El Premio Nacional de Danza de 2017 fue el gran espaldarazo para el bailaor.

Si hay una palabra que pueda definir por sí sola el arte de Manuel Liñán es búsqueda: «Estoy abierto a cualquier camino, incluso al que te lleva a equivocarte. Finalmente lo que queda de una búsqueda es aquello que encuentras y que quizás es sólo conocerte un poco mejor», aseguró el granadino en una entrevista con Clarín.

Para muchos, Liñán es el bailaor que suele bailar en bata de cola y con mantón en sus espectáculos. A él eso le parece reduccionista y relativiza bastante la transgresión del acto: «Hay gente que me ve transgresor por utilizar la bata de cola, y es lo más clásico bailar con bata de cola y mantón. Tampoco he sido el primero, no sé por qué ha sorprendido tanto. He reflexionado mucho sobre esto, me la he puesto sin ponerme en ningún papel, bailar como yo bailo», aseguró en una entrevista con el portal Deflamenco.com.

Manuel Liñán sabe lo que es aparecer en las páginas del The New York Times con una crítica elogiosa precisamente de Nómada, el espectáculo que trae a Nerja. En España, dice, hay un problema con el concepto del baile: «La danza en este país no está compacta con la sociedad. Es un arte que se ve como un ocio y la danza no es un ocio. Hay que demostrar que es un arte que cuenta, que emociona, que te habla de una serie de cosas». Los espectadores de su actuación en la Cueva de Nerja seguro que saldrán emocionados por esa serie de cosas de las que hablará con su cuerpo.