La segunda cita del imprescindible festival Portón del Jazz traerá a Alhaurín de la Torre al que muchos consideran el gran pianista de su generación: Brad Mehldau.

La música de Mehldau es poliédrica pero sorprendentemente coherente: a partir de los legados de Bill Evans y Ahmad Jamal, entre otros, el torrencial discurso del de Florida no entiende de distingos entre Radiohead, Nick Drake, Chopin, Brahms y Black Sabbath; fuentes diversas que ha versionado en sus discos pero no a la manera flashy o epatante de The Bad Plus, sino buscando más la integración de esos compases ajenos al lenguaje del jazz. Y siempre con el corazón en los dedos, porque hablamos de un pianista genuinamente (mahlerianamente) romántico.

Su serie de cinco discos The Art Of The Trio, en Warner Bros, llamó la atención de puristas y neófitos; un redescubrimiento del formato más tradicional del jazz, respetuoso con las tradiciones pero mirando hacia adelante. Desde entonces, Brad Mehldau no ha dejado de investigar en las blancas y las negras, con resultados estratosféricos como su muy clásico Elegiac Cycle, su encuentro con el genial productor pop Jon Brion (Largo) y, por supuesto, álbumes más centrado en la tradición jazzística pura y dura. Y en todos, una tristeza a veces más volcánica, en ocasiones más sutil, nostálgica. «La línea tan fina que separa estar solo de sentirse solo es lo que más me ha interesado desde que era un chaval», aseguró hace años Mehldau. Y precisamente su música lleva al oyente a ese espacio, como una especie de redefinición del concepto blue (mucho más allá de tristeza) tan básico en la música jazz.

Los últimos años, especialmente desde su fichaje por el exquisito sello Nonesuch, están siendo de una creatividad frenética para Mehldau: en sólo algo más de doce meses ha publicado tres trabajos, uno en que jazz y bluegrass dialogan gozosamente (con el guitarrista Chris Thile), otra exploración de los recovecos más clásicos de su visión musical (After Bach) y Seymour reads the Constitution! (en su formato más habitual y tradicional, pero con los desvíos habituales como covers de Paul McCartney y The Beach Boys, por ejemplo).

Al Portón del Jazz acude Brad Mehldau con sus dos instrumentistas de confianza, el baterista Jeff Ballard y el contrabajista Larry Grenadier (éste, su fiel escudero desde los años 90; caído en combate está el percusionista Jorge Rossy, que prefirió hace años seguir otra senda). Con ambos tiene un entendimiento casi telepático que convierte al trío en un único órgano que respira y se comunica como si fuera una sola voz. Oírlo para creerlo, desde luego.