El plato fuerte del fin de semana taurino en Málaga llegaba ayer con la tradicional corrida del Domingo de Resurrección, que con permiso del cartel de Sevilla, y dado que José Tomás sigue escondido, presentaba la mejor de las combinaciones que hoy en día se puede ofrecer. Y los toreros demostraron que no habían venido a pasearse.

Se aguardaba fundamentalmente a Julián López El Juli, indudable figurón del toreo, y que sin embargo está siendo duramente castigado por las empresas al dejarlo fuera de las principales ferias ya celebradas y las que están por venir y ya han presentado su cartelería. Así, tras su ausencia en Valencia, Castellón, Sevilla y Madrid, La Malagueta se presentaba como un coso idóneo para callar muchas bocas y para reivindicar el sitio que le corresponde.

También Miguel Ángel Perera, al amparo de El Juli, pedía respeto en esta terna después de estar pagando cara su independencia y su pertenencia a ese G-10 que exige sus derechos ante la fuerza del empresariado y la televisión. Por eso su disposición tenía que ser máxima.

Y entre tanto, el que parecía más respaldado por tener una temporada más hecha, Alejandro Talavante, se transformó en la gran sorpresa de la tarde con una extraordinaria faena en el tercero. El torero extremeño nunca tuvo una actuación redonda en Málaga, donde incluso vivió tardes aciagas con un toro al corral incluido. Pero esta vez fue diferente, quizá porque tenía enfrente a un gran toro de Núñez del Cuvillo. No fue el mejor presentado de la corrida, pero sí que imponía por la cara. Tras gustarse con el capote por verónicas y chicuelitas, lo cuidó en el caballo y brindó la faena al público, con un guiño al cielo por la memoria del desaparecido José María Vallejo.

Este crítico taurino siempre fue un fiel defensor de Talavante, en el que siempre confió a pesar de que pocas veces le dio motivos para ello en nuestra tierra. Por eso fue objeto de numerosas bromas entre sus compañeros; que ayer no podríamos haberle replicado al ver cómo se iba a los medios, plantaba las zapatillas, e iniciaba con estatuarios una faena extraordinaria. Aprovechó la largura del animal, sobre todo con buenas tandas de naturales, base fundamental de una labor variada en su conjunto y en la que mostró a partes iguales su clase y su valentía. Sólo le faltó matar a la primera, ya que precisó dos pinchazos antes de lograr una estocada completa.

Una vez confirmada la reconciliación de La Malagueta con Talavante, había expectación por ver cómo respondía ante el sexto. Aunque el recibo de capote no fue tan explosivo como el anterior volvió a dejarlo crudo en varas, por lo que se antojaba que el final podría volver a tener la rotundidad del anterior. Sólo había dudas por el juego del toro, que no terminaba de definirse. Y lo hizo para bueno gracias a la labor de su lidiador, que le cuidó de inicio, le aguantó los cabeceos, y poco a poco fue exigiéndole hasta que quedó entregado a la muleta. Hizo con él todo lo que quiso, demostrando su clase innata y que se encuentra en un momento artístico importante. Nuevamente perdió el premio con los aceros, lo que no resta en la gran impresión que ha dejado. Habrá que seguirlo durante toda la temporada.

Pero tampoco defraudó El Juli, muy dispuesto toda la tarde con el capote, entrando en quites cada vez que tuvo opción. Y eso que al primero lo tuvo que cuidar porque tenía muy poca fuerza. Así, sin quebrantarlo de inicio , logró mantenerlo en pie para ir exigiéndole poco a poco. Su virtud fue siempre llevarlo muy tapado y mostrarse variado. Ayudó al astado a embestir con algún molinete en el inicio de las series, hasta que el de Cuvillo terminó por entregársele en los medios. Fue una labor de inteligencia, que además se rubricó con una estocada que tuvo como premio una oreja. Se le pidió la segundo, pero aún esperamos más de él.

Y así sucedió también el cuarto, otro de los toros importantes de una buena corrida. Decidido a arrancarle las orejas, inició la faena por alto para sacárselo al tercio y sin más dilación bajarle la mano para exigirle en una rotunda tanda de naturales. Ahí demostró que su oponente, si bien era el de peores hechuras de los lidiados hasta entonces, tenía la virtud de humillar repetidamente. Así lo pudimos contemplar r por los dos pitones, con predominio de la muleta en la zurda, en una faena importante y con gran profundidad. Paseó otra oreja tras un estoconazo que no tuvo el efecto deseado y precisó de un descabello. Se le pidió el segundo, pero el presidente Dell´Olmo acertó al aguantar el chaparrón.

Y sin mostrar el nivel de sus compañeros, tampoco desentonó Perera, que recibió a pies juntos a su primero y quitó por talaveranas antes de coger la franela. Cierto es que el animal tenía un cabeceo molesto, y que precisaba que no le tocara los engaños. Así, como la faena no arrancaba por ninguno de los pitones, no le quedó otra que el arrimón, con naturales invertidos y gran facilidad para sacarse las embestidas. Tan fácil que no transmitía sensación alguna de peligro, y por tanto no hubo emoción. Dio una vuelta al ruedo tras una petición minoritaria. En su segundo se confirmó que no había tenido suerte en el sorteo. Y el resultado fue más de lo mismo. El inicio de faena enfrió una tarde que ya se habían encargado de calentar sus compañeros en los dos toros anteriores.

La corrida

Plaza de toros de Málaga | Domingo, 8 de abril de 2012

Seis toros de Núñez del Cuvillo, desiguales de presentación y justos de fuerza. Nobles excepto los parados segundo y quinto. Destacaron tercero y cuarto. El Juli: estocada (oreja) y estocada y descabello (oreja). Miguel Ángel Perera: estocada (vuelta al ruedo) y pinchazo hondo y descabello (ovación). Alejandro Talavante: dos pinchazos y estocada (gran ovación) y media estocada y dos descabellos (ovación). La plaza registró dos tercios de entrada en tarde agradable.