Carmen Machi es un valor seguro en el teatro, medio en el que se ha consolidado en los últimos años. Ahora llega este fin de semana al Teatro Cervantes con Cronología de las bestias, una comedia negra de suspense escrita y dirigida por Lautaro Perotti que juega con la postverdad y las mentiras que se dicen las personas a si mismas para afrontar el día a día.

«Todo lo que ocurre en la obra es universal. La mentira siempre suena horrible, pero igual alguien lo hace para proteger a alguien ajeno o para no sufrir. La mentira no siempre es terrible ni te hace peor persona», aseguró Machi en el estreno nacional, hace unos meses, de la función, en la que acompañan a la actriz Pilar Castro, Santi Marín, Patrick Criado y Álvaro Lavín

Perotti comenzó a escribir este texto hace dos años y medio y en su mente siempre estuvieron Machi, Castro y Marín -posteriormente se incorporarían al proyecto Criado, quien se estrena en las tablas, y Lavín-. Su idea era la de «hablar del autoengaño, cómo funciona la mentira en personas que saben la verdad pero optan por otra cosa para poder sostener esto».

El autor reconoció que la película Tenemos que hablar de Kevin -en la que unos padres deben afrontar los problemas graves causados por su hijo- ha sido una influencia en la escritura de la obra, pero «como todo lo que te rodea durante el proceso»: «Mi gran búsqueda pasa siempre por cómo contar la historia», adelantó. Precisamente, Cronología de las bestias adopta una puesta en escena «cinematográfica» que juega por un lado un espacio «realista» que habla del presente y otro «alterado» que vuelve al pasado de los personajes. «Me gusta todo tipo de teatro, clásico y contemporáneo, pero lo que no soporto es que aburra y por eso he procurado hacer lo que a mí me gustaría ver», añadió.

No hay personaje en esta obra que no tenga algo que ocultar, algo que lleva al espectador a pensar en esas bestias del título. «Claro que he reconocido mi parte bestia, pero no por hacer la función: en todas partes hay que defenderse... La intención de hacer daño y la inocencia están conjugados tanto en la obra como en la propia mentira. Es como la vida, donde no hay nada al 100% ni todos somos o inocentes o engañadores: aquí estamos frente a personajes que no son ni blancos ni negros, sino que se mueven en un arco de grises», concluye Perotti.