La Canalla es uno de los grandes grupos musicales andaluces del momento. Lo suyo es, dicen, «una nueva forma de entender el folclore popular y de juntarlo con el de allá y más allá para actualizarlo y revitalizarlo». Este fin de semana actúan en La Cochera Cabaret y, ojo, que las entradas van a agotarse.

Vayamos a las presentaciones. Antonio Romera Chipi es el letrista imprescindible y un crooner del próximo siglo; las teclas corren cargo de Don Javier Galiana, puro free style, quien viste las canciones, las arregla, las saca a bailar; los vientos soplan a cargo de Julián Sánchez, aires que sencillamente te hacen volar€; la batería en las sutiles manos de José Benítez y el laborioso contrabajo de José López busca herir las canciones por lo bajo, para que duelan más.

Aunque grabado en 2009, no es hasta 2010 cuando ve la luz su espléndida opera prima, Flores y Malas Hierbas, un trabajo cautivador, apasionado, descarado, donde ponen marcha lo que denominan su cancionero urbano de copla contemporánea, canciones con alma de copla sobre una base jazzística condimentadas con tango, bolero, swing o lo que surga; poblado de personajes de siempre, una exploración musical de bajos fondos y altas pasiones.

El disco, que cuenta con colaboraciones como las de Jairo Muchachito Bombo Infierno, el guitarrista gaditano Tito Alcedo y Vicky Luna, va creciendo desde los bajos fondos hasta obtener un más que notable reconocimiento por parte de la crítica y el público, y lo presentan en directo en más de 40 conciertos por toda España y que les permite su primera incursión en Latinoamérica, donde participan en el Encuentro Internacional de Cantautores de Quito (Ecuador).

En 2011 crean junto a Javier Ruibal el espectáculo El Clandestino del Puerto, un viaje musical por la trayectoria de un sabio erudito contador de canciones, un homenaje alrededor de la figura de Ruibal que emprende junto con los aprendices canallas un recorrido sonoro de la obra de ambos.

Ahora regresan con El bar nuestro de cada día, nuevas canciones que siguen engrosando su cancionero urbano de copla contemporánea, trabajo lleno de contrastes y riqueza musical, donde fluyen nuevas historias repletas de personajes malditos ambientadas musicalmente en paisajes musicales tan diversos como comunes, las que nos podemos encontrar en cualquier lugar, en el bar nuestro de cada día.