Todos sabemos que el heavy no es violencia y nunca lo será, pero lo que sí es para muchos es una eterna batalla, pero por la reivindicación de unas raíces que se están perdiendo en este mundo globalizado y uniformador. Que se lo digan a la terna de grupos que descargarán el martes en la Sala París 15: Korpiklaani, Turisas y TrollfesT, bandas que entienden la música como una lucha espada en mano en pro de los mitos y ritos paganos del Norte de Europa del que proceden.

Korpiklaani vienen de Finlandia, la escena del ramo más importante del mundo. Violines y acordeones arropan su folk metal de quilates, avalado por una decena de álbumes algunos ya canónicos dentro de este estilo. Cantan en su idioma (el casi imposible finés) y cuentan historias de vikingos y brujería, muchas de ellas amparadas en el folclore de su país. Y siempre con un espíritu festivo: como suelen asegurar, «si saliéramos en las películas de El señor de los anillos seguramente seríamos los hobbits que salen de fondo, en una taberna, totalmente borrachos».

Lo de Turisas, también finlandeses, es menos ompah y más sinfónico, más épico. Su discografía es corta, pero todos sus álbumes son auténticas joyas (Stand up and fight y The Varangian way, especialmente) que transitan sin problemas por el progresivo, el metal tradicional y, claro, los ritmos y tonalidades más folk. Su cuidadísima puesta en escena, con los miembros de la banda maqueados con pinturas de guerra, y su actitud en el escenario garantizan que su recital será de los que se sudarán y se recordarán.

Muchos grupos de folk metal tienen una importante carga humorística, de cachondeo. Los noruegos TrollfesT llevan su guasa a gala: para algunos lo suyo suena a lo que harían si unos duendes, hasta arriba de marihuana, decidieran formar una banda de polkas. Los escandinavos no son el grupo más ambicioso del mundo, pero, desde luego, estos siete locos saben levantar un show para el disfrute del personal, apto para el mosheo como para el bailoteo.