El domingo, el Teatro Cervantes, dentro de su viaje por el mundo y sus músicas de raíces, cede sus tablas a dos gigantes que dialogan desde sus lenguajes propios, que, sorprendentemente, son comunes: el pianista dominicano de jazz Michel Camilo y el guitarrista almeriense de flamenco José Fernández Torres, o sea, Tomatito.

El dúo prosigue la gira mundial no sólo de su último disco, Spain Forever (2016), sino de una trilogía que el 2000 (el primer disco se tituló Spain; el segundo, Spain again) comenzó a grabar sus diálogos de teclas y cuerdas, materializando unas colaboraciones que vienen de mucho más atrás. Sus recitales son una conversación magistral arriba del escenario entre Camilo y Tomatito, en un intercambio de frases musicales con intención, escuchándose, respondiendo, sorprendiéndose, comunicando. Unos conciertos en los que pueden escucharse piezas de Astor Piazzola (Libertango, Oblivion), Egberto Gismonti (Água e vinho), Chick Corea (Armando's Rhumba, Fiesta), Djando Reinhardt (Nuages), Ennio Morricone (Cinema Paradiso), Gnoissiene nº 1 (Erik Satie). Un repertorio, desde luego, impresionante, y que, lógicamente, tiene en Spain Forever un puntal más destacado. Se trata, además, del trabajo más íntimo y romántico de la trilogía.

Tomatito dice que con su colaboración con Camilo han conseguido «quitar ese mal rollo» que había entre el piano y la guitarra cuando se tocaban sin acompañamiento. Su trilogía de álbumes y, muy especialmente, las actuaciones en las que la han presentado, a lo largo y ancho de todo el planeta, son la prueba de que es posible que casen bien ambos instrumentos y resolver un «reto» con el que, en su opinión, han «creado un sonido». Dice el flamenco que ese entendimiento no se hubiera logrado sin el «respeto», «dejándose fuera del escenario el ego» y «mirándose a la cara, sin mal rollo». Porque, apunta, «cuando dos músicos no se llevan bien, no pueden tocar». Coincide el dominicano, galardonado en más de una ocasión con el Latin Grammy y el Grammy anglosajón: «Entre nosotros existe una profunda amistad, no hay egos, no hay celos...esa ha sido la clave. Nos cuidamos mucho el uno del otro...cuando tocamos juntos nos dejamos espacios abiertos para que el otro pueda brillar. Ahí está la clave. Nuestra gran amistad se manifiesta en la música y el público lo siente».