Pastora Soler volvió a los escenarios a finales del 2017, una vez cumplido su sueño de ser madre y tras superar una grave crisis personal por un ataque de miedo escénico ya felizmente superado. Regresó con un disco, La calma, y una gira que sirvió como un estupendo reencuentro con su público. Ella será la protagonista de la próxima cita del Festival de la Cueva de Nerja.

Vive una gran etapa Pastora. De hecho, La calma fue el primer álbum de su carrera en llegar al número uno en ventas. «Eso fue una sorpresa y un regalo. Yo nunca había conseguido un número uno y creo que ha llegado en el momento que tenía que llegar para valorarlo más que nunca. Volver y conseguir cosas y que la gente te demuestre ese cariño y lealtad te llena de ilusión para seguir trabajando», comentó entonces la cantante.

En diciembre de 2014, durante una actuación en el Teatro Cervantes, Pastora Soler se rompió. Aquella noche perdió la voz, y solo hacía algunas semanas desde que sufrió un desmayo que también le obligó a suspender un concierto en Sevilla. La de Coria del Río lo achacó a un altísimo nivel de autoexigencia, a un listón tan alto que se tornó en miedo, miedo escénico. «Tengo una imagen de meterme debajo de una mesa entre bambalinas y, si hubiera habido algo allí debajo, me hubiera quitado la vida», confesó durante una entrevista en televisión. Todo eso ya ha pasado: «Liberarme de los compromisos de los conciertos poco a poco me ayudó a encontrarme como persona y a que, de forma natural, me volviera a llamar de nuevo la vocación, el gusanillo». Una vocación que la ha llevado a la Cueva de Nerja.