El bailaor gaditano Eduardo Guerrero se presenta en Málaga con un espectáculo titulado como su apellido y que apela además a la fuerza de un trabajo que los medios especializados han alabado por su calidad y por un dominio técnico que bebe de los clásicos. «Guerrero es músculo, es tensión, es la respiración agitada, es el manto fino del sudor y, sin embargo, la flexibilidad del deseo», rezaba la crítica de Tamara García en el Diario de Cádiz. «Brutal, radical. Baila con rabia, con las vísceras», escribía Juan Vergillos en el Diario de Sevilla. Manuel Martín Martín decía en El Mundo que «Eduardo Guerrero lleva al límite cualquier movimiento corporal que pase por su mente».

Las cantaoras Anabel Rivera, Samara Montáñez y May Fernández acompañan en Guerrero a este artista flamenco que acaba de maravillar en sus funciones en los Estados Unidos. Es decir, un espectáculo redondo que llega a Málaga con el aval del Premio del Público del Festival de Jerez 2017 y varias nominaciones para los Max 2018, y para el que aún quedan entradas.

«La mejor victoria es vencer sin combatir, afirmaba el general chino Sun Tzu, y ese es el escenario elegido por Eduardo Guerrero para poner en pie su nuevo espectáculo. El bailaor se centra en su relación con las mujeres -su madre, sus maestras, sus amantes, sus amigas- en ese territorio límite en el que la sentimentalidad convive con la sensualidad, pero supera ambas temperaturas vitales hasta encontrar un puente entre géneros y sexos al que solemos llamar persona. Guerrero es una alegoría de su propia concepción del mundo y del espectáculo con un claro vencedor de esta epopeya: el baile flamenco», asegura Juan José Téllez en las notas de la función.

Al gaditano le gusta que se asocie su baile con palabras: austero y sofisticado. «Mi baile es una forma de contar todo lo aprendido junto a los maestros con los que estudié y sobre todo, una forma de expresar mi admiración y respeto por todo lo que están consiguiendo ahora y por lo que llegaron a conseguir con su baile», aseguró en una reciente entrevista con El Periódico de Extremadura.

Guerrero son ochenta minutos de función en los que recorre distintas variantes flamencas. Arranca con saetas, para pasar a distintos tipos de fandangos, un surtido de malagueñas, rondeñas y tangos y culmina con los cuplés. Y también una sobresaliente importancia de la mujer: «Quería que fuese un espectáculo que le diera valor a la mujer. Que se escuchara su voz. Que se escuchara su palabra. Que las dejaran gritar sin que nadie les tapara la boca. Que fueran libres de poder expresar todo lo que ellas querían», declaró a la Agencia Efe.