El episodio de este verano con la cancelación de un concierto en Aravaca, le devolvió el trago amargo de la censura, y situó a Luis Pastor en el foco mediático.

Yo no necesitaba esto. Mi poema Que fue de los cantautores en 2018 tuvo ocho millones de descargas. Y yo notaba la asistencia a mis conciertos de mucha gente a la que no veía hace muchos años, gente a la que les ha removido las entrañas del culo del sillón y de la televisión y les ha sacado de casa. Pero también es verdad que el foco mediático de un mes de agosto entero hablando de Pedro [Pastor, su hijo] y de mí en todos los programas a los que normalmente no tenemos acceso, en artículos de opinión de muchos periódicos, todo esto me ha dado un altavoz más grande. Estoy acostumbrado a trabajar a contracorriente, si la corriente me favorece ¡Aleluya y alegría! Si esto se llena más, colas para entrar a los conciertos, hay una receptividad de gente que no me conocía y que no se paraba a escucharme y de pronto me descubre, porque eso es así y me ocurre todos los días. Por otro lado, vivo al día, no tengo dinero y cuando gano un poquito más de lo que me hace falta, grabo discos, y un disco que me estaba esperando es La paloma de Picasso...

Adelántanos algo.

Hay letras mías, siete u ocho, y letras de poetas. Llevaba años y años sin musicar a los poetas y cantando mis letras. Me encontré con la poesía de Saramago y he hecho dos discos, releí a Miguel Hernández y compuse 20 poemas de Miguel, y en ese recorrido me he encontrado poemas sueltos, ya que nunca había cantado a García Lorca y he musicado Mariana Pineda, he metido un poema de Miguel Hernández, tres de Marcos Ana, uno de Benedetti y otro de Luis García Montero.

¿El pacto de las izquierdas le alegra el corazón?

Alegrarme el corazón, poca alegría desde ese lado [risas]. Es una metedura de pata como un castillo. Lo que no hicieron en las pasadas elecciones lo hacen ahora a remolque. Es una huida hacia adelante como todos los partidos. Es la nueva realidad en este siglo XXI en esta España diferente y cambiante y que no es la España única de la bandera y de las señas del franquismo, la que nos quiere devolver a la involución, toda esa parafernalia que trae la derecha. Y es un mensaje que cala, y lo hace desde el lado hipócrita y amoral de esta gente que señala al emigrante como el chivo expiatorio de todos los males. Cuando nosotros con nuestros padres, en la España de los 60 y 70 hemos sido esos emigrantes, mano de obra barata, explotados, viviendo en los suburbios de Madrid y otras, nosotros que no tenemos memoria, ahora mucha gente humilde es capaz de creerse ese discurso del odio y de la xenofobia. Somos unos desgraciados, no tenemos alma, y más los que se consideran cristianos y van a misa. La amoralidad de esta gente yo no la entiendo, me pongo enfermo.

¿Esto obliga a estar en guardia y cambiar las formas?

A gente como a mí no nos amedrenta, venimos de situaciones peores que ésta, de ser perseguidos, observados, fichados, de tener a la policía secreta en cada concierto, y no me quita el sueño, pero sé que es un síntoma de la involución que se está viviendo en este país, de retroceso de derechos, de conquistas sociales. Esta gente viene ahora a contarnos otra vez la historia del pensamiento único, de la iglesia, la bandera, el catolicismo, de los valores, el Cid Campeador, de su puta madre. Es que están tontos y son muy peligrosos, porque su discurso está calando, y eso es terrible.