Denostado por los puristas del hip hop y frecuentemente atacado por sus letras más o menos controvertidas, el trap, sin embargo, mantiene el poderío en la escena urbana nacional e internacional. La Sala París 15 se convertirá esta noche, la del Día de Andalucía, en una especie de meca a la que peregrinar para ver a los grandes del género; porque el cartel es de impresión: Cecilio G, $kyhook, Bea Pelea, C.Terrible, Pedro LaDroga, Sandro Jeeawock y Limabeatz son los primeros nombres confirmados del Apocalipsis Fest. Un quién es quién de una escena que para muchos supone el nuevo punk, la nueva manera del aplicar el DIY.

Cecilio G es uno de los mitos de la escena urbana y trap española. Ha estado varias veces fuera de los escenarios y los estudios de grabación («Estaba hasta la polla, la ruina, la droga...», justificaba el artista), ha sufrido altibajos notables por sus problemas mentales (que le obligan a tomar una medicación estricta: cometió un delito de amenazas que le llevó a prisión, dice, por haber dejado unilateralmente los fármacos) y ha atravesado fases autodestructivas. Muchos temieron incluso por su vida durante su estancia en la cárcel, pero el catalán parece haber resurgido con fuerza. «La cárcel sirve para darte cuenta de quién coño quieres ser. Si quieres seguir la vía de estar en ese cementerio viviente que es la prisión o si quieres vivir un poco a tus anchas, ganarte la vida, y, joder, estar con la gente que quieres y que te quiere», confesó en una entrevista. El hombre que ha transitado por la samba y el punk rock, que borró todos los temas que subió a YouTube («Fue un suicidio comercial», resumió después) y que plantea sus actuaciones entre la performance y el rap, asegura haber cambiado.

Con 6 años empezó a interesarse por la música. A día de hoy, Pedro Ladroga es uno de los artistas del panorama urbano español con mayor trayectoria y que, partiendo del «ensayo y error», ha ido construyendo una de las discografías más experimentales, extensas y variadas como músico y productor autodidacta. Iniciándose en el mundo del rap, Pedro Ladroga ha ido construyendo un estilo particular que pasa por varios géneros como el trap, el hip hop o el flamenco, pero siempre con el toque personal, electrónico y «vaporoso» característico del cantante, que da como resultado un universo narrativo y visual propio e inconfundible. Es uno de los fundadores del colectivo Ladroga Lab, que el cantante define como un «sello de internet» en el que confluyeron un grupo de artistas con características diferentes a la música del momento, donde subían sus canciones y se reflejaba una imagen, una estética y un pensamiento más cercano del futuro que del presente.

Un habitual de Pedro Ladroga es $kyhook, un productor con ya un clásico en su haber: Moonchies; un álbum de productor, algo no demasiado habitual en el trap, en el que colabora, cómo no, el sevillano pero también Sticky M. A., Soto Asa, Yung Beef, Israel B, Aleesha, Morad y María José Llergo.

Aunque el reggaeton y el trap suelen ser pasto para medios generalistas en reportajes más o menos fundamentados sobre cultura machista, lo cierto es que la escena también cuenta con un buen puñado de mujeres a las que nadie tiene que decir cómo empoderarse: La Zowi, Bad Gyal, Ms Nina y la malagueña Bea Pelea. Tiene 25 años, su nombre real es Beatriz Constenla (lo de Pelea, dice, es por lo «peleona» que es), nació en Málaga, hija de una profesora y ensayista salmantina y de un músico gallego (Pablo Bicho; entre los 5 y los 9 años vivió en México y Guatemala y ahora reside en Barcelona, donde, desde la independencia más absoluta, lanza mixtapes y organiza la cada vez más influyente fiesta de sabor latino La Cangri en Razzmatazz Clubs.

Sandro Jeeawock es uno de los talentos pujantes de la escena urbana malagueña. Su sonido es bastante intransferible: una inteligente y descarada mezcla de hip hop, R&B, tropicalismo y, sí, algo de jondo (poco puro, claro), con texturas electrónicas y unas programaciones satinadas, finas, muy de ese chillwave que tantos géneros está redefiniendo desde sus presupuestos oníricos. Pero es difícil encasillarle, clasificarle: este hombre es capaz de producir a raperos como El Chato Menor o Sokez y de hacer exquisitas remezclas de Ketama. Escuchen su Lucky Luciano y se harán una idea.

Y luego está la Albany, Alba, una granadina que hace una música misteriosa, enigmática, infinitamente triste, con versos como : «Estoy sola en el baño, las manos llenas de sangre/ le rezo a Dios pa no pasar mas hambre, ya tuve bastante con haber perdio a mi pare». Vamos, una fiesta.

En fin, un quién es quién casi definitivo de una escena con mucho más nervio y creatividad de la que muchos le suponen.