Su mayor empeño y el que está reforzando su suerte en taquilla es, sin duda, su ambientación en un medio, las profundidades submarinas y el mito de la Atlántida, que no es nada frecuente en el universo del cómic con personajes reales, no en balde esta es la primera vez que Aquaman aparece como protagonista en la pantalla grande, donde solo lo habíamos visto en un pequeño cometido en 2016 en 'Batman' y 'Superman: El amanecer de la justicia', un superhéroe de DC Comics creado en 1941 por Paul Norris y Mort Weisinger. A este aliciente previo hay que añadir la presencia como director del australiano James Wan, un experto en cine de terror de alto voltaje ('Expediente Warren', 'Saw' e 'Insidious 2'), que ha efectuado un trabajo que no debe despreciarse, aunque le sobran unos cuantos minutos de los 143 que se alarga el metraje. Pero las espectaculares y multicolores cabalgatas que desfilan, con los guerreros a lomos de caballitos de mar son pintorescas.

Con el actor australiano Jason Momoa, conocido por 'Conan el bárbaro' y en la pequeña pantalla por 'Juego de tronos', interpretando el superhéroe de turno, entramos de lleno en un universo harto exprimido en estos horizontes. Y es que Aquaman es el hijo de un ser mitad humano mitad atlante, fruto del amor de la reina Atlanna y de Tom Curry, que descubre que es el heredero del trono del reino de Atlántida. Empeñado en recuperarlo, contará con un pequeño grupo de aliados decisivo en el que figuran la feroz guerrera Mera, decisiva a lo largo de su viaje y el consejero del reino Atlante Vulko, junto a enemigos del calibre de Ocean Master, el actual Rey de la Atlántida y Nereus, rey de la tribu atlante Xebel. Para completar el espectáculo se conforman sendos ejércitos que se mueven en el agua como verdaderos peces. Los 160 millones de dólares de presupuesto no han caído en saco roto. Toda una gala no exenta de una estética cuidada que no desecha los enfrentamientos habituales.