Aporta datos de interés innegable sobre un tema tan de actualidad como el de la conquista de la igualdad de derechos por la mujer, con el aliciente considerable de estar inspirada en sucesos reales, concretamente en la extraordinaria gestión de una mujer, la abogada Ruth Bader Ginsburg, que logró con su esfuerzo y coraje personales eliminar las barreras que impedían la equiparación en los tribunales norteamericanos de justicia de hombres y mujeres.

La película, que ha sido dirigida por la cineasta Mimi Leder, parte por ello de una base sólida y plausible, si bien el tratamiento en ocasiones de la historia es algo simplista y con tendencia a idealizar los aspectos políticos y humanos. Casi 20 años después de su anterior largometraje, nos llega esta cuarta película de Mimi Leder, que no había dirigido para la pantalla grande desde que en 2000 rodó 'Cadena de favores'. Antes, en 1997, realizó 'El pacificador' y dos años más tarde 'Deep impact'. Lo demás hay que buscarlo exclusivamente en la pequeña pantalla, en infinidad de series, sobre todo, y en alguna TV movie. Pues bien, a pesar de esa relativa inactividad, por lo menos cinematográfica, la cinta conserva virtudes narrativas que permiten, casi siempre, que esta crónica verídica supere algunos momentos delicados. Los más obvios son los que tienen que ver con la relación sentimental entre la protagonista, su esposo Martin—que superará un cáncer de pronóstico muy pesimista- y la hija de ambos, Cailee, clave en la evolución de los acontecimientos.

Lo más positivo y revelador, que hay que elogiar como se merece, es la descripción de Ruth y su determinación por romper los esquemas y ataduras de la mujer, los que impedían su marginación en la sociedad norteamericana. Hay que reparar en el dato de que los hechos transcurren no hace tanto tiempo, a finales de los cincuenta y comienzos de los sesenta, algo que no deja de sorprender. Las imágenes de Ruth en la universidad de Harvard, donde encontrar mujeres que estudien Derecho era casi un imposible, expresan con toda claridad que el rol que ocupaban entonces era de plena subordinación al hombre. De ahí que aún tenga más valor su osadía.