Corre el rumor que cada vez que se rueda una película basada en un hecho histórico, un historiador se echa a llorar. Y no sólo ocurre en los films de bajo presupuesto; grandes producciones han cometido errores imperdonables que quizás han pasado desapercibidos pero que faltan al rigor.

En ocasiones, el cine es más una fuente de confusión que de instrucción. Es muy difícil realizar una película sin ningún tipo de error ya que el factor humano y la adaptación a la ficción ponen en juego demasiados elementos difíciles de controlar.

No obstante, cuando se trata de un film histórico, de una historia basada en hechos reales, de una época concreta o de una biografía, es necesario que exista un control mayor y evitar aquellos errores de contenido y de forma que pueden arruinar la película. A continuación, una selección de las erratas más escandalosas del cine de época.

Los intocables

El director Brian De Palma consiguió encajar a la perfección todos los engranajes que componían este espectacular filme de cine negro basado en hechos reales. En especial, todo un reparto plagado de estrellas de la talla de Sean Connery, Kevin Costner, Andy García o Robert de Niro. Es una escena de este último, que interpreta a Al Capone, la culpable de incluir Los Intocables en esta lista. Pues, aunque es cierto que Capone asesinó a golpe de bate, nunca como se muestra en el filme.

300

Uno de los mayores éxitos del director Zack Snyder (La Liga de la Justicia) fue esta adaptación del cómic de Frank Miller sobre la batalla de las Termópilas, un suceso histórico que enfrentó a Esparta contra las tropas persas que pretendían invadir la actual Grecia. Pese a que sí fueron 300 espartanos (acompañados de 700 tespios) la verdad es que la cifra de guerreros que hicieron frente al ejercito de Jerjes fue bastante superior a los héroes comandados por Leónidas I. Según los historiadores, alrededor de 7.000 soldados provenientes de diversos puntos de Grecia.

Pocahontas

Esta película de Disney marcó una época al lanzar a la pantalla a la primera heroína de la compañía que no era de raza blanca. Pese a todo, y a sus innegables méritos como obra cinematográfica, la verdad es que los guionistas jugaron un poco con los datos. La verdadera Pocahontas tenía 11 años cuando conoció a John Smith, un soldado de 28 primaveras. De haber sido cierto el romance entre ambos, la película nunca se habría estrenado.

Titanic

La historia sobre el hundimiento del transatlántico más famoso del mundo, que dirigió James Cameron, arrasó tanto en taquilla como en galardones. Una de sus escenas más recordadas corresponde a los momentos en los que los pasajeros del Titanic escapan mientras el barco se sumerge entre las aguas, con los miembros de la banda musical del barco tocando una balada desgarradora. Aunque este hecho es verídico, los supervivientes de la tragedia afirmaron que los músicos interpretaron otros temas más alegres y animados.

Shakespeare in love

Como comedia romántica, Shakespeare in Love funcionó a las mil maravillas. Además, esta película no pretendía ser estrictamente fiel a la vida del bardo inmortal, dado que inventa un romance que jamás se dio. Sin embargo, hay que indicar que juegan con un hecho que, si bien es secundario en la trama del filme, resulta imperdonable para cualquier enamorado de la obra de Shakespeare. Y es que confundieron el orden cronológico de las obras publicadas por el autor.

Pearl Harbour

No es la mejor película del mundo, pero el espectáculo que ofrecen los siempre llamativos efectos especiales con los que Michael Bay aliña sus películas bastaron para llenar las salas de todo el mundo. Hasta tal punto llegó la pasión de Bay por las explosiones que cubrió todo el cielo de Hawái de aviones japoneses cuando en realidad Japón solo perdió 29 de los más de 300 aviones que empleó en su ofensiva.

Braveheart

La historia sobre el líder rebelde escocés, William Wallace, catapultó a Mel Gibson al Olimpo del cine, Oscar a la mejor película y director incluidos. Pero eso no le impide arrastrar un gran fallo en la adaptación de este héroe nacional de Escocia. Y es que, como indican en Wizzed, Wallace no era el humilde campesino que recreó Gibson, sino que nació en el seno de una familia noble de su época. Además... nunca se pintó la cara.

El patriota

A vueltas con Mel Gibson. Esta superproducción estadounidense necesitaba ensalzar la figura de uno de sus mayores héroes de guerra, pero la cosa se les fue de las mano. Hasta tal punto adulteraron la vida real de Benjamin Martin, personaje que interpreta Gibson, que resulta imposible ver en este honorable padre de familia al auténtico y despiadado soldado que disfrutaba matando indios, violando a los prisioneros de guerra o maltratando a su esposa. Casi nada.

Apocalypto

Otra de Mel. Uno de los últimos proyectos como director del australiano fue esta Apocalypto, una detallada revisión de la vida de las sociedades precolombinas en América. En ella se muestran algunos de los ritos que llevaban a cabo, en especial crueles sacrificios humanos que, en la realidad, sí que se cometieron. Sin embargo, estos estaban reservados a los miembros más poderosos de cada tribu por lo que, desde luego, no lo sufrían el resto de miembros del clan.

El último samurái

La historia de por si ya es bastante inverosímil. Un soldado estadounidense que acude al Japón del siglo XIX para ayudar a sofocar una revuelta samurái. Sin embargo, el soldado interpretado por Cruise termina hecho preso y, sí, se convierte en un samurái amado por esta pobre gente. Pero el fallo histórico reside en el destino de uno de los personajes secundarios, Saigo Takamori, considerado en Japón como el último samurái. En la película muere por una lluvia de disparos enemigos, para la realidad es que cometió seppuku, es decir, el tradicional método de suicidio que empleaba esta casta japonesa.