Abdellatif Kechiche es un cineasta provocador al que siempre acompaña la polémica, pero si en películas anteriores su provocación tenía un sentido, en 'Mektoub, My Love: Intermezzo' es simplemente el vacío.

Presentada a competición en Cannes, las tres horas y media del filme son una sucesión de planos de culos de chicas jóvenes y un explícito cunnilingus de 20 minutos. Más allá de eso, no hay casi historia ni planteamiento estético o narrativo.

Imágenes que han creado una pseudopolémica en un festival acostumbrado a experiencias mucho más fuertes y, sobre todo, mucho más interesantes.

"Para mí lo más importante era celebrar la vida, el amor, el deseo, la música, el cuerpo y contar una experiencia cinematográfica la más viva posible e intentar renovarme, buscar otras forma de narración tratando de romper las reglas narrativas del cine", explicó Kechiche en una tensa rueda de prensa.

Al entrar en la sala, el realizador franco-tunecino afeó a un periodista que le hiciera fotos con un móvil -"un aparato desastroso" para realizar una labor profesional-, se negó a contestar cuestiones simples como su forma de rodar el filme y terminó calificando de "pregunta imbécil y desfasada" la referente a una demanda de agresión sexual presentada en su contra.

"Estamos en un festival de cine, hacemos cine, hablamos de cine, las cuestiones malsanas están desfasadas", dijo Kechiche, que aseguró que ha hecho este filme en reacción "al espíritu malsano" de nuestra época.

Y agregó que no está al corriente de ninguna investigación y que está tranquilo desde el punto de vista legal.

No quiso así hablar de la investigación abierta en octubre del pasado año por la justicia francesa tras la denuncia de una actriz que dijo haber sufrido una agresión sexual por parte del director.

Como también se negó a hablar sobre los comentarios de si es amable o cruel con los actores de sus películas, no quiso explicar su filme y dijo que "Mektoub, My Love: Intermezzo" no tiene créditos al final -el filme se cierra en negro con la canción "Yes sir, I can boogie", de fondo- porque quizás aún añada más escenas.

Un tono crispado que dominó una rueda de prensa en la que estuvieron ausentes dos de los actores principales de la película, Ophélie Bau y Roméo De Lacour, que sí estuvieron anoche en la proyección de gala del filme, aunque la actriz abandonó la sala antes de finalizar la proyección.

Tampoco hubo explicaciones para la ausencia de los actores por parte del director y el resto de los intérpretes permanecieron silenciosos y serios a su lado.

Mientras, Kechiche contestaba a veces desganado y a veces impreciso las preguntas de la prensa, señalaba que se ha inspirado en los colores de Picasso para su película y aseguraba que no le molesta que los espectadores se salgan de sus películas.

"A partir del momento en el que hay una experiencia nueva no todo el mundo esta abierto a esta experiencia, no todo el mundo es sensible a la mirada que yo lanzo sobre los otros", precisó.

Y frente a las críticas por la sucesión de planos de los cuerpos de las jóvenes protagonistas, dijo que ha querido filmar "el amor, la ternura, la sublimación del deseo, para captar su energía metafísica".

Una película que continúa la historia donde la dejó en "Mektoub, My Love: Canto Uno" (2017). En el mismo verano de 1994, en Sète (al sur de Montpellier), donde un grupo de jóvenes, muchos de ellos de origen árabe, tienen un sentido de amistad y de fraternidad que hoy se ha perdido en el nuevo siglo, "en un mundo lleno de conflictos y con la sociedad dividida", en palabras de Kechiche.