Pocas compañías teatrales pueden presumir de aquilatar una experiencia de veintisiete años. Pues una de ellas es malagueña, la Compañía María Zambrano, que, lejos de dormirse en la veteranía, sigue planteando espectáculos lejos de lo apoltronado y siempre desde la independencia absoluta. Estos días afronta el estreno de su nueva pieza, Maldito Satanás, en el Teatro del Carmen de Vélez Málaga el próximo sábado. Hablamos con Juan Salvador Gómez, el director de esta simpar troupe.

¿Qué es Maldito Satanás? Una comedia bastante gamberra sobre el Medievo que Gómez denomina «vodevil libérrimo»: «Es una denominación muy personal que, creo, describe el espíritu de la obra. La palabra vodevil proviene del término francés voix de ville, voz del pueblo, con la que se denominaban las canciones que cantaban los juglares en la Edad Media. Aquí en España se asocia a un tipo de comedia ligera con canciones y un ritmo frenético, cuyo tema principal es el engaño amoroso. El añadido de libérrimo es por su carácter libertino, teniendo en cuenta además de que está escrita sin ningún tipo de autocensura...». Un repaso a los nombres de los personajes de la obra es también elocuente: Doña Ana de España Infanta de Cochichi, Dama de Coñiñi y Duquesa de Tetaña y el caballero Don Fredisponcio de Urbaneja y Cagadentro. ¿Hay ánimo de provocar? «No es mi intención. Sólo pretendo divertir, aunque, claro, depende de la mentalidad de cada espectador, a algunas personas con ciertos prejuicios, sí les puede resultar irreverente el lenguaje soez del populacho escuchado en un escenario. Además de que aún hay temas que para algunos son tabú en el teatro, como el sexo o la religión. Esto no ocurre en el cine o en la literatura, sin embargo en el teatro sí», sostiene Salvador Gómez, para quien el teatro es «un arte milenario que puede hacerte reír, te puede emocionar y también, por qué no, puede servir para polemizar o darte una bofetada que te deje patitieso».

Gómez y el resto de la Compañía María Zambrano dicen estar «con la ilusión de un niño chico» ante el próximo estreno de Maldito Satanás. «Esta obra es un divertimento, que también hace falta ante tanta penuria, y que nos sirve para hacer un paréntesis», asegura el director, quien no tiene aún planes concretos para el futuro: «La próxima función... Ya veremos. Depende de cómo corran los tiempos, porque el teatro también ha de ser un espejo donde mirarnos, y donde se reflejen las peores realidades, aunque los programadores culturales y los concejales de cultura, generalmente, tengan tanto miedo a que la gente vea lo que quiere ver». Más alto se puede decir pero más claro...