Hacer una secuela de un clásico del cine intocable como es Psicosis puede considerarse un crimen más atroz que cualquiera de los que se cometen en las duchas del hotel de los Bates. Ahora bien, plantearse una revisión de una película tan prescindible como es Psicosis IV (que era una precuela de la saga) es otra cosa. Muy mal lo tendrían que hacer como para que saliera algo peor. Por este motivo, la serie Bates Motel nunca se planteó ser una nueva Psicosis. La serie se aproximaba en su inicio más hacia el espíritu de esa desdichada precuela, que se dedicaba a explorar cómo era la relación entre Norman Bates y su madre durante los años previos a lo que se narra en la película de Alfred Hitchock. Doy por supuesto que todo el mundo ha visto la película clásica, pero en el artículo se evitará dar el peor spoiler que le pueden hacer a quien no lo haya hecho aún, ni sepa nada de su desenlace.

Aunque hace ya un par de años que Bates Motel terminó, ha habido varias circunstancias que han vuelto a ponerla en el candelero. La más evidente es que desde hace unas semanas sus cinco temporadas se encuentran al completo en Netflix y puede verse de tirón. La segunda, el 4 de abril Anthony Perkins, el actor que dio vida a Norman en la gran pantalla, hubiera cumplido 87 años, por lo que numerosos blogs cinematográficos aprovecharon el aniversario para revisitar Psicosis. Y, por último, el Norman de Bates Motel, Freddie Highmore ha estado en España concediendo entrevistas y participando en el rodaje de la nueva película de Jaume Balagueró en las mismas fechas en las que se emitía en televisión el último episodio de la segunda temporada de su nueva serie The Good Doctor. Con todo este cúmulo de circunstancias, era inevitable rescatar esta serie de la que nadie esperaba nada y que fue mejorando cada año, finalizando con unos resultados muy superiores a los de las innecesarias secuelas de Psicosis.

Al frente del reparto, la actriz Vera Farmiga nos ofrece una versión del personaje de la madre de Norman a la que no estamos acostumbrados. ¿Cuántas veces nos aterró su silueta cuchillo en mano o su sombra mirando por la ventana? En la serie de televisión Norma no es la villana, sino que es más una víctima. Una viuda víctima de malos tratos y que trata de empezar una nueva vida con su hijo adolescente en una nueva ciudad, poniendo su propio negocio, un hotel en un pueblecito estadounidense. El problema es que todos en el pueblo les miran mal, un lugar que ha hecho del cultivo de la marihuana y de la prostitución su modo de vida y en el que la corrupción lo impregna todo. El sheriff interpretado por Nestor Carbonell (Lost) simboliza que ese espíritu corrupto. Para colmo, hay un proyecto para hacer una autopista y que dejará al hotel aislado en medio de la nada. Norma está dispuesta a todo para proteger a su hijo, incluso a realizar favores sexuales para utilizar a los hombres. Así que no es nada raro que Norman sea un niño sobreprotegido por su madre. Aunque hay otro factor añadido. Ella sabe que su hijo tiene una faceta oscura que debe mantener encerrada como sea. Bates Motel es la lucha de Norma por mantener a su hijo a salvo de la demencia en la que puede caer. Si a la madre de Norman le molesta que éste filtree con otras jovencitas o que salga por las noches, no es por los motivos que en circunstancias normales podríamos pensar.

Después de todos los ríos de tinta que han corrido sobre las relaciones entre Norman Bates y su madre, la serie da un nuevo punto de vista, muy diferente del de la historia que siempre nos han contado. Aquellos que han visto la película de Hitchock ya saben cuál es el destino de Norman y de su madre, por lo que la historia de la versión televisiva se reviste de un trasfondo trágico, jugando con la esperanza de que puede curarse y tener una vida normal. Al final, acaban acumulándose demasiados cadáveres en el armario de los Bates. El más sensato de la familia acaba siendo Dylan (Max Thieriot), ese hermano que no conocíamos de la saga cinematográfica y que era poco menos que un delincuente juvenil cuando llega al pueblo.

Las secuelas que se hicieron de Psicosis durante los años 80 se sumaron a la estela de los psicokillers del cine de terror de serie B que proliferó en la época, con personajes como el Jason de Viernes 13; Leatherface de La Masacre de Texas; Michael Myers de Halloween; o el Freddie Krueger de Pesadilla en Elm Street. Al fin y al cabo, Norman fue el guía que les abrió camino. Harina de otro costal fue ese otro experimento que hizo Gus Vas Sant en los 90, en el que copiaba el original filmado por Hitchcock plano a plano en un ejercicio de estilo que tuvo como resultado una película totalmente diferente a la anterior. Bates Motel intenta desprenderse del legado de todas esas secuelas. Incluso tratan de marcar distancias con la Psicosis original diciendo que su argumento está basado en la novela de Robert Bloch que inspiró la película. Aunque basta asomarse a las páginas de la novela para darse cuenta que la película calca (con algún cambio) el argumento contado en papel. Quizá con ello. los productores televisivos pretendían evitar el linchamiento que tuvo el filme de Van Sant. Pero los homenajes que la serie hace al filme de Hitchcock son evidentes. La mansión de los Bates ha sido reconstruida tal como la vimos en la película. En los ataques de ira de Norman, la banda sonora se transforma en los estridentes sonidos de la famosa escena de la ducha. Y los planos desde lo alto de la escalera de la casa recuerdan mucho a otro de los momentos más aterradores del filme de Hitchcock, cuando el detective Arbogast "conoce" a la madre de Norman. La serie adapta el argumento a los tiempos modernos. Y la clave del wifi para el Hotel Bates no podía ser que otro que "madre".

Interpretar a un personaje como el de Norman Bates marcó para siempre la carrera cinematográfica de Anthony Perkins, que quedó encasillado en ese papel. Habrá que ver si Freddie Highmore sigue el mismo camino, dado que para su siguiente papel (The Good Doctor) le ha vuelto a tocar hacer de rarito. Quizá con ese nuevo rol, ha buscado la redención imposible que Norman Bates jamás pudo tener en su serie. Por su parte, a Vera Farmiga parece que la tenemos abonada en el género del terror, ya sea en esta recreación televisiva del universo de Psicosis, como en la saga cinematográfica de Expediente Warren. Su hermana Taissa Farmiga también es otra de las actrices que suele formar parte del universo de American Horror Story de Ryan Murphy. Tanto Farmiga como Highmore, no se limitan a encarnar a los protagonistas, sino que se han involucrado en el proceso de producción y llegan a ponerse detrás de las cámaras de algunos de los episodios.

El momento cumbre de la serie son las dos últimas temporadas. En la cuarta, la trama termina con los momentos inmediatamente anteriores a los de Psicosis, con un desenlace en el que culmina el viaje sin retorno de Norman hacia la demencia. A estas alturas la serie ya había conseguido brillar por méritos propios. Sólo en ese momento, se pudo permitir hacer su propia versión de lo que ocurría en su referente fílmico durante su quinta y última temporada. Una de las locuras de casting fue la de elegir a la cantante Rihanna para interpretar a Marion Crane (Janet Leight en el cine). De esta manera, cuando llega una escena tan icónica como la de la ducha, que se ha visto tantas veces, consiguen darle totalmente la vuelta con un giro totalmente inesperado para el espectador. En el último episodio, comprobamos que los productores nunca intentaron enlazar su historia con la de Psicosis, sino que contar la suya propia. Al fin y al cabo, saben que Psicosis es intocable.