Gracias a bien presentadas basurillas que dicen tener la música de protagonista como Got talent, La voz kids, Operación Triunfo, o La Voz, recelo como de un huevo huero de la música que echan, del verbo echar, por la tele. Siempre creo que me están vendiendo algo, o una cursilada, o un descarado negocio en manos de mercachifles que usan a espectadores y aspirantes a ganarse la vida con su arte como moneda corriente, y con la connivencia de las cadenas que sustentan la pantomima.

Sé que soy un comentarista radical que pierde credibilidad escribiendo sentencias inapelables, que tanto exabrupto puede ser fruto de mi arrogante y soberbia manía y rechazo por estos formatos, lo sé, pero no los trago. Y no pido perdón. Pero de repente veo a una tal María Rozalén charlando en La 2 con Cayetana Guillén en la agenda cultural Atención obras. Y escucho no sólo con atención sino con mucha atención lo que dice esta joven de la música, de su música, y también advierto que no ha nacido como artista en el colchón de esos concursos, que dice no ver, pero no habla de ellos con el desprecio que lo hago yo cuando escribo. Me da un ejemplo.

A los pocos días la vuelvo a ver por la noche en un emocionante La sexta columna- Cunetas pendientes- sobre la memoria histórica y la lucha de mucha gente para enterrar a sus familiares asesinados por los golpistas en la guerra civil del 36 con dignidad, dolor que muchos dirigentes del PP, con el idiota político Mariano Rajoy a la cabeza, no sólo desprecian sino que les hace mucha gracia. Rozalén cantó con su guitarra Justo, dedicado a un familiar, cuyo cadáver se tiró a una cuneta. Escuchen la canción. Explica este drama que al lerdo Rajoy tanto le divierte.