La tercera y, de momento, última temporada de 'Killing Eve' ha convertido a Villanelle en la protagonista absoluta de la serie. Jodie Comer, la actriz que la interpreta, es cada vez más consciente de la popularidad de su personaje y episodio tras episodio está cada vez más a punto de romper la cuarta pared para decir al espectador que le sujete el cubata para que vea de lo que es capaz de hacer. De acuerdo que desde el principio el carácter de esta asesina profesional ha estado marcada por cierto histrionismo, pero ya ha logrado moverse como pez en el agua dentro del exceso. Posiblemente sea el resultado de una persona que no tiene límite alguno. Humor negro, negrísimo, sobre una asesina en serie que disfruta haciendo lo que hace. Y encima tiene el mérito de haberse convertido en todo un éxito en estos tiempos de corrección política. Asesinatos y alta costura, en los que da igual lo que Villanelle se ponga, bien sea un elegante vestido, un pijama ensangrentado o un disfraz de payaso. Siempre le hará brillar con luz propia y comerse la pantalla. Estar ante Villanelle y salir vivo del encuentro es algo que puede depender del azar o del humor en el que se encuentre en ese momento. Pero morir a sus manos provocará la hilaridad del público. Si algo ha quedado claro desde el primer episodio de 'Killing Eve' es la letalidad del personaje. Con el paso de los episodios y las temporadas ha conseguido ser una villana que se ha ganado el favor del público. Pronto el resto de los personajes será prescindible y sólo quedará ella. Lo hemos visto en muchas otras series, no sería raro que lo viéramos en ésta también.

'Killing Eve' ha estado centrada en los contrastes entre Eve Polastri (Sandra Oh) y Villanelle. La primeriza agente del servicio secreto británico que la persigue y la implacable asesina a las órdenes del enemigo. Las dos disputan un particular juego del gato y el ratón que les lleva por todo el mundo en una carrera que no parece tener fin. En esta última entrega, el conflicto entre ambas parecía estar más desdibujado. Durante más de media temporada, Villanelle ha dado por muerta a su némesis, mientras que Eve ha hecho todo lo posible para que esto siguiera así y quedarse en las sombras. Esto ha provocado que las hayamos visto sin rumbo, porque en el fondo y a estas alturas ya no pueden vivir la una sin la otra. Por primera vez desde el inicio de la serie, la temporada no ha terminado con una de las dos protagonistas al borde de la muerte en un 'cliffhanger' que tenía que resolver la persona que tomara las riendas al año siguiente.

Así lo hizo Phoebe Waller-Bridge en la primera temporada de la serie y, de momento la mejor de todas, cuando Eve localizaba en París el piso franco de su rival y la apuñalaba durante el enfrentamiento final. Emerald Fennel fue la 'showrunner' que la relevó en la segunda entrega y que terminó con Eve recibiendo un fatal disparo de su némesis en el episodio final. En la tercera entrega, Suzanne Heathcote ha prescindido del clásico duelo final y ha optado por dejar que las dos mujeres continúen su camino cada una por su lado. El año que viene habrá relevo en la serie de nuevo. Las labores creativas se han puesto de nuevo en manos de una mujer y será Laura Neal, guionista de 'Sex Education', la que se encargue de continuar la historia. Aunque la mano de Phoebe Waller-Bridge ha estado vigilando y supervisando la marcha de la serie desde el principio, no hay que negar que año tras año cada una de sus responsables han tenido la libertad para contar lo que han querido. Sobre todo desde el momento, en que se tomó la decisión de que no iban a seguir las otras novelas sobre Villanelle que Luke Jennings escribió cuando creó al personaje. Y todo sin que la unidad y la coherencia de la serie se haya visto afectada. Parece toda ella obra de una misma persona, pero también es la fortaleza de sus personajes y, sobre todo de Villanelle, la que mantiene todas las piezas unidas.

Con estos antecedentes, igual puede venir otra persona el año que viene que aporte un enfoque totalmente diferente cualquiera sabe. Nunca he tenido muy claro qué historia nos estaban contando en esta última temporada. Todo parecía Villanelle haciendo cosas. Ahora estaba viviendo en un palacete en Barcelona viviendo como Dios más letal que nunca, ahora volvía a Londres, ahora estaba regresando a su Rusia natal para reencontrarse con su familia, en el que ha sido uno de los mejores episodios de toda la serie. Aunque nos ha mostrado la faceta más humana del monstruo, el reencuentro familiar acaba como tenía que acabar. Se podría ver por separado desligado de la temporada y tendría sentido por sí mismo. No vemos por allí a ninguno del resto de personajes secundarios del reparto. Villanelle es la estrella de la función y realmente hubieran sido un estorbo para la historia. Casi que nos olvidamos del juego que se trae con su némesis. Nunca he entendido la fascinación de Villanelle por Eve. Más como un recurso cómico que otra cosa. Sobre todo para ir estableciendo analogías en las trayectorias de los dos personajes.

A estas alturas de la serie ya se nos ha olvidado quiénes eran los 'Doce' y por qué son tan importantes para la trama. ¿Van a seguir siendo el enemigo en la sombra durante muchas temporadas más? Pero ante todo lo que más nos ha desconcertado es esa revelación final. Villanelle arrepentida y queriendo pasar página por su sangriento pasado. Parece como si durante toda esta temporada se hubiera estado pegando un último gran festín antes de iniciar una nueva vida. Lo que bien mirado, es una muerte de su personaje tan climática como podría haber sido cualquiera de las otras temporadas. ¿Se habrá terminado la fiesta?