Por qué escribimos no es una pregunta, es la respuesta. Escribir es proclamar el deseo de empujar al mundo en una dirección determinada, de alterar la idea de los demás sobre la realidad en la que están abonados. Escribimos porque la aceptación del presente no es solo poco apetitosa, es mucho más, es indigestible, de ahí que no sea un gusto, sino una necesidad al nivel de un instinto básico el poder vivir en un mundo donde -a través de nuestra creatividad- nuestra voz sea escuchada. No hay mayor acto de libertad que sentarse delante de un papel y exponer a la vida de los demás tu punto de vista.